A la pésima noticia de que Palma y algunas localidades mallorquinas
están viendo cómo se incrementa la presencia de niños y
adolescentes dedicados a la delincuencia, se une ahora otra
realidad tanto o más preocupante: el aumento de ingresos de
adolescentes en centros de acogimiento a petición de los propios
padres.
La situación, a tenor de estas noticias, es grave. Cada semana
entran en estas instituciones dos o tres chicos, un ritmo que los
propios expertos consideran «muy alto». De hecho, medio centenar de
solicitudes está en proceso de estudio.
Cualquier padre o madre comprenderá que sólo una familia muy
desesperada puede optar por la solución más drástica: enviar a un
hijo a uno de estos centros. Así que el carácter problemático de
estos jóvenes debe haber puesto a sus padres al límite de lo
tolerable para llegar a un punto sin retorno, pues se dan incluso
historias de maltrato a los progenitores.
Estas familias delegan en estos casos la responsabilidad de la
educación del chico o chica en las autoridades que, a su vez, se
ven desbordadas por el problema. Tanto que se ha decidido dedicar
dos centros en exclusiva a tratar a chicos de 13 a 18 años, que son
precisamente los más difíciles de «salvar» para la sociedad.
Todo ello "en Mallorca hay 300 menores ingresados en estos
centros" debería llevarnos a una profunda reflexión sobre el futuro
que les espera a estos jóvenes, las oportunidades que se les puede
dar y la respuesta de una sociedad en la que no parece haber sitio
para ellos. Quizá la clave esté en la prevención, en la educación y
en un seguimiento exhaustivo del desarrollo de cada niño que nace
en nuestra comunidad.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.