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M.J./R.C.
El vuelo de Iberia 8630, operado con un turbohélice de su filial Air Nostrum y con salida prevista del aeropuerto de Manises, Valencia, el pasado domingo a las siete de la tarde, llegó a Son Sant Joan pasadas la una de la madrugada tras sufrir una sucesión de problemas, incluidos desmayos, presencia de una ambulancia en pista y la intervención final de la Guardia Civil, según informó un grupo de pasajeros. Los incidentes crisparon al pasaje hasta el punto que algunos de ellos estudian reclamar daños y prejuicios a la aerolínea.

Pasada la hora prevista de salida del vuelo de Valencia a Palma, se comunicó a los pasajeros que «la llegada tardía del vuelo programado», retrasaría su salida y que se les proporcionaría más información en los siguientes 55 minutos, aviso que se repitió dos veces más durante las dos horas posteriores. Mientras, el pasaje veía que vuelos con salida prevista posterior a la suya, incluso una operación con destino a Palma, salían antes que ellos.

A continuación, aproximadamente a las 10 de la noche, el personal de tierra de Manises llamó a los pasajeros a embarcar. Tras una espera de unos 30 minutos, la tripulación emplazó a los pasajeros a que volvieran a bajar del avión alegando que la protesta de controladores aéreos, "que este fin de semana ha provocado graves demoras en los aeropuertos españoles" retrasaría todavía más la salida del vuelo. Ante las protestas de los pasajeros y su negativa a bajar del avión, la tripulación apagó el aire acondicionado, lo que unido al fuerte calor que hacía en Valencia, obligó a los pasajeros a bajar a la pista.

El clima asfixiante provocó el desmayo en una mujer de unos cincuenta años que tuvo que ser atendida por una ambulancia en la misma pista del aeropuerto, incidente que provocó el plante los pasajeros que se negaron a subir al autocar que debía de devolverles a la terminal del aeródromo. El pasaje exigía una solución inmediata, mientras el personal de la compañía aérea respondía con la amenaza de avisar a la Guardia Civil si no regresaban a la terminal.

Tras unos minutos de tensión, llegó la Guardia Civil a la pista de Manises y convenció a los pasajeros que subieran al autobús. La Guardia Civil argumentaba que la rebelión no era manera de protestar y animaba a los pasajeros, muchos de ello mallorquines, a que reclamaran a la compañía si lo consideraban necesario. Una vez dentro del autocar, una avería dejó al pasaje encerrado y a oscuras. La crispación subió hasta tal punto que la gente gritaba sintiéndose aprisionada y algunos golpeaban los cristales pidiendo que los dejaran salir. No salieron hasta que llegó otro autocar que les condujo a la terminal, donde los pasajeros fueron invitados a un refrigerio, barra libre, y se ofreció la asistencia de un ATS a quienes lo necesitaran. Finalmente, a los 00.30 de la madrugada, el avión salió de Valencia rumbo a Son Sant Joan. La información facilitada por los pasajeros no pudo ser ayer confirmada por la aerolínea.

Por otra parte, un total de 21 pasajeros con billete de Iberia para salir de Madrid a Palma durante la mañana de ayer, quedaron en tierra a causa de una sobreventa de billetes (overbooking) y tuvieron que ser recolocados en diferentes vuelos del día. La compañía argumenta que la protesta de controladores de este fin de semana creó problemas de programación y que Palma es un destino muy demandado en estas fechas. En todo caso, la sobreventa de billetes es legal hasta un límite de asientos.