Caña en mano, fueron muchos los que se dirigieron hasta la Real en la tradicional romería de Sant Bernat. Foto: JOANA PÉREZ.

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La Plaça de Cort acogió, como cada año, la salida de la tradicional romería de Sant Bernat que recorre las calles de Palma hasta el Monestir de la Real. El alcalde, Joan Fageda, lanzó el cohete a las ocho de la tarde, con el que se inciaba la romería.

Los devotos, caña en mano, se dirigieron con paso firme hacia el monasterio, precedidos por una banda de música y una formación de caballos. Poco a poco se incorporaba más gente a la marcha. «Me convenció mi marido hace dos años y me encantó», comenta María Castedo. Entre los marchantes, no faltaron las autoridades, como María José Frau, regidora de Participación Ciudadana; Jordi Llabrés, regidor de Educación y Juventud; Gaspar Oliver, regidor de Deporte, y la delegada del Gobierno, Catalina Cirer.

A las nueve y cuarto se acercaron los primeros romeros a las puertas del monasterio y depositaron la albahaca en la capilla de Sant Bernat, a pesar del atasco que se formó en la entrada de la capilla. En el monasterio, la música y los gigantes, con típicos bailes mallorquines, animaron a los miles de visitantes, mientras los puestos de comida y regalos intentaban atraer la atención de los romeros que desfilaban a su lado. «Hay que recuperar las tradiciones de nuestra tierra para que no queden olvidadas en el tiempo», señala José Luis Prats, un asiduo de la romería. Después de la ofrenda, se celebró la tradicional misa que congregó a numerosos fieles.