Los payeses y las asociaciones de agricultores de las Islas
consideran que el hecho de que se arranquen olivos centenarios en
Las Alpujarras para destinarlos al embellecimiento de residencias
de lujo en Mallorca y en Francia es un hecho negativo y que,
además, debería estar controlado por parte de las autoridades
autonómicas. Así lo afirma el secretario general de la asociación
agraria, Asaja, en Balears, Gabriel Company, quien sostiene que «el
hecho de que la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía (TSJA) haya abierto diligencias informativas por este
hecho, hace que tengamos claro que es un tema delicado».
Company sostiene que «aunque este tipo de actuaciones no
perjudican directamente a los agricultores, a la larga si que
podrían ser perjudiciales por cuanto se están plantando árboles que
podrían sufrir cualquier enfermedad y que no está claro que estén
controlados». Joan Mas, en representación de Unió de Pagesos,
sostiene que «después de que se hayan arrancado los olivos de las
Islas ahora se han empezado a comprar, por lo visto a precios
astronómicos, árboles centenarios procedentes de la Península. Esto
no hace más que confirmar que, hoy por hoy, los chalets de 'fora
vila' se están construyendo en solares» o lo que es lo mismo que se
está urbanizando el suelo rústico.
Para Joan Aguiló, propietario del vivero de Can Juanito, «en
Mallorca importamos, de manera generalizada olivos de Granada,
Jaén, Badajoz, Alicante, València, Girona y, en general de toda la
cuenca mediterránea, incluso de Italia. Compramos directamente en
viveros de estas zonas» y añade que «se trata de transacciones
normales. Son olivos no tan viejos como los mallorquines, no son de
montaña como los de aquí, sino de los extensos campos de cultivo
con hileras de árboles destinados a la producción de aceite».
Para Antoni Muñoz, del GOB, «el olivo no cuenta con una
protección específica. No es como el palmito, que es una especie
forestal incluida en el catálogo balear de especies amenazadas», si
bien el ecologista deja claro que está en contra de este tipo de
acciones y añade que payeses de Sòller y Fornalutx han denunciado
que, en sus fincas, han desaparecido parte de los troncos de los
viejos olivos amputados por sierras mecánicas. El fin último de
este tipo de actuaciones, que además de provocar un mal irreparable
en el árbol, produce un efecto antiestético, es suministrar
material para trabajos de escultura que llegan a pagarse a precios
muy elevados. De hecho se compran olivos en Alicante a 10.000
pesetas y se venden en la Isla por cantidades millonarias.
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