Con un hablar relajado, pausado, al igual que su toreo que le llevó el pasado año a ascender hasta el primer puesto en el escalafón de los matadores, Juan Serrano Finito de Córdoba dijo ayer en Palma que «delante del toro uno no se acuerda ni de su familia». El diestro nacido en Sabadell pero afincado desde muy pequeño en la población cordobesa de Los Arrecifes, fue padre hace menos de dos meses al tener su mujer, la presentadora y actriz Arantxa del Sol, la primera hija de la pareja. «Después de haber tenido en el 2001 mi mejor año como matador luego vino la boda y ahora el nacimiento de Lucía. La verdad, que no le puedo pedir más a la vida».
Su boda estuvo salpicada de polémica al cobrar una exclusiva de una revista. «Después de haber toreado más de cien corridas el año pasado me daba igual lo que se pensara. Lo hicimos para mantener el orden y por eso no quisimos que se metieran 40 fotógrafos en la iglesia o en la cena, pero no hubo ningún problema en que se hicieran fotos en la calle, vestidos de novios, que era lo que la gente quería». Juan, como le guste que le llamen, se retiró de los ruedos en 1997 a mitad de temporada. «Fue una decisión motivada por cuestiones personales y porque no me sentía a gusto delante de la cara del toro y por mi tipo de toreo artístico, cuando pasa eso lo mejor es desaparecer un tiempo».
Tras unos meses alejado de las plazas volvió en 1998. «Ese año y el siguiente fueron difíciles para mí porque el cartel que me había ganado lo perdí con mi retirada y tuve que torear por muchos pueblos y olvidarme de las grandes ferias. Pero gracias a Dios las cosas han salido bien y llevo desde el 2000 tres temporadas muy buenas. ¿Que las figuras toreamos demasiadas corridas y quitamos sitio a los jóvenes? Puede ser, pero si estos jóvenes llegan a figura y les plantan 100 contratos firmarán los 100, eso está claro».
Siendo ya novillero apuntaba para figura y sus primeros éxitos le permitieron comprar una nueva casa a su madre, sus primeros trajes de torear y un coche para la cuadrilla. «Afortunadamente sólo tuve que pagar por torear las dos primeras novilladas y lo hice gracias a un grupo de amigos de Córdoba. Pero es muy triste que te tengas que jugar la vida y encima debas pagar dinero por ello».
El diestro también explicó que delante del toro «uno no se acuerda ni de su familia. Eso sí, cuando me estoy vistiendo o al terminar la corrida siempre están presentes. Pero es que toreando se pasa mucho miedo y tienes que estar concentrado al máximo». Juan, que el próximo 6 de octubre cumplirá 31 años, espera seguir toreando como mínimo diez años más. «Después igual ya es el momento de bajar el número de corridas, ir a las ferias más importantes y en vez de torear 100 hacerlo 40. La verdad, me gustaría retirarme joven aunque la gente dice que por mis características podría seguir en activo muchos años, pero igual prefiero estar más tiempo con los míos en la finca. De todas formas, la afición por este mundo nunca desaparecerá y el «gusanillo» siempre se puede matar aunque sea toreando una becerra».
Para él, a veces sin embargo es mayor el miedo al público que al propio animal. «Y luego está el tema de Madrid, donde un grupo de espectadores ha conseguido hacer callar al resto de los 20.000 aficionados y eso es algo que no se puede tolerar. Madrid te lo da todo, pero también es verdad que esta gente ayuda a que te lo quiten y si estás mal pues aguantas la bronca pero si critican por criticar y no disfrutan en la plaza que se queden en su casa».
El año pasado Finito toreó en Palma junto a El Juli y Miguel Abellán y después fue fotografiado en la terraza de un hotel de Palma junto a Ana Obregón, estando comprometido con Arantxa del Sol. «Ese tema está olvidado. Estoy por encima de esas cosas y por desgracia alguna gente pensó mal. Pero bueno, las fotografías no demostraban nada, lo único que somos amigos. Pero bueno, se está llegando a un punto insoportable ya que, por ejemplo, cualquiera en la playa te puede grabar o fotografiar».
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