Chenoa se entregó al máximo en su segunda noche en Felanitx. Foto: JOANA PÉREZ.

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Diferente. La primera noche empezó de día y terminó de noche. La segunda empezó con las estrellas y terminó pasada la medianoche. El mismo escenario, el parque municipal sa Torre de Felanitx, y las mismas canciones. La pareja era la misma y su recorrido siguió el mismo camino. Empezó Chenoa y tras ella actuó David Bisbal. Al final, los dos juntos cerraron un concierto repleto de gente y de fans que no cesaron de cantar, bailar y gritar.

Una diferencia: las 8.000 voces se convirtieron en 12.000. ¿Qué significó? Más ruido, más estrecheces y más gritos de «guapo» y de «guapa». Siguieron los guiños hacia el público y los besos hacia sus espectadores más fieles. Continuó la garra de Chenoa y el estilo melódico de Bisbal. No hubo sorpresas, las canciones siguieron el mismo orden.

Sin embargo, algo cambió, algo convirtió la noche en especial. Chenoa cantó con un David Bisbal virtual, ya que no estaba presente en el escenario, sino que sólo se le veía a través de una pantalla. Fue el momento de El alma en pie. Dos canciones más daban por finalizado el concierto de la mallorquina, que se dejó la voz sobre el escenario quedándose afónica: «Me da igual, aquí hoy me dejo la voz», exclamó casi entre lágrimas. Y se despidió con un «Vos duc a tots dins el meu cor», eso sí, sin cantar «La Balanguera», y eso que entre el público se encontraba Maria Antònia Munar, quien antes del concierto entró a saludarla y con la que habló durante un rato.

Y apareció el «terremoto» Bisbal, con un «Bona nit, Felanitx», que se venía abajo. Te quiero más hacía repetir las emociones del día anterior; una vez más los fans tenían la oportunidad de soñar. Como colofón, los dos salieron juntos al escenario, cogidos de la mano, para interpretar «Escondidos», «Será que no me amas» y «Vivir lo nuestro», mientras se prodigaban abrazos y besos. El público, encandilado, no dejaba de pedirles que se besaran, a lo que David Bisbal, haciendo gala de un gran sentido del humor, hacía oídos sordos: «¿Qué decís, que queréis otra?».