Si usted dedica aunque sólo sean diez minutos al día a mirar la televisión seguro que se habrá dado cuenta. El bombardeo es constante, incesante, casi inhumano. Pausa publicitaria tras pausa publicitaria, la buena nueva de que ya podemos ser los afortunados poseedores de la maravillosa colección de muñequitas de porcelana o de condecoraciones históricas llega a nuestros oídos. Tambíen podemos construir un robot semana tras semana e incluso llegar a ser mejores padres o amantes por fascículos. Ya sabe, ante la queja del hijo o pareja respectivo, dígale usted que tenga un poco de paciencia a que acabe la colección.
La fiebre del coleccionismo
Con el inicio del curso los quioscos se llenan de tentadoras ofertas
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