El Parlament acogió ayer la segunda jornada del debate sobre el
estado de la autonomía con la intervención de todos los grupos
políticos del arco parlamentario balear. Como era de esperar, los
partidos del Pacte de Progrés aplaudieron la intervención del
president Francesc Antich del martes, con algunos matices, como la
incidencia sobre las asignaturas pendientes, que nunca está de más
recordar para no caer en el triunfalismo y marcar algunas
diferencias. La nota llamativa la puso Pere Sampol con
reivindicaciones nacionalistas de carácter radical, como la
exigencia de una especie de «cupo» económico a la manera del que
goza el País Vasco.
Pero el plato fuerte era la intervención del portavoz del PP,
José María González Ortea, que incidió en los datos negativos de
esta última campaña turística, además de sacar a relucir temas
sangrantes para el Pacte, como las sentencias del «caso Bitel» y
del «caso Formentera», hasta ahora exculpatorias para el Partido
Popular. Ortea demostró una vez más que es un excelente
parlamentario. En una réplica larguísima, mejor en el arranque y
algo enrevesada al final, Antich reiteró las cifras más positivas
de su mandato y subrayó con ironía el «por ahora» de las sentencias
citadas.
A siete meses de las próximas elecciones autonómicas, los dos
grupos enfrentados quisieron sacar réditos de sus logros
respectivos, en un alarde de memoria, de dialéctica ágil y hasta de
sentido del humor. Un enfrentamiento que supone un auténtico acto
de fe para los ciudadanos que hayan querido seguirlo por
televisión, pues ambos convencieron solamente a los que ya estaban
convencidos.
Que este Govern ha hecho cosas es indudable, pero que tiene ante
sí muchas por hacer también es cierto, de forma que el balance será
positivo o negativo según dónde se coloque el acento.
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