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Alegría, ilusión, sonrisas, nervios... y ¡regalos!. La palabra mágica para cualquier niño de cualquier edad. Y desde luego que por regalos no quedó. De las 21 carrozas que formaron la comitiva real, tres estaban destinadas a lucir espléndidos y enormes paquetes envueltos con papeles de todos los colores.

Las expectativas de los más pequeños al ver aquel montón de regalos se reflejaba en sus caras, de hecho parecía que la boca se les hiciera agua.

Por otra parte, algunos niños, en concreto, aquellos que vieron la cabalgata desde el Ajuntament, tuvieron la suerte de ver a los Reyes en persona. No sólo les pudieron saludar, incluso estrechar las manos, sino que también pudieron hablar con ellos en persona. Sin duda fueron momentos de nerviosismo, de hecho alguno se puso a llorar de la emoción.

Ahora, donde de verdad estaba el ambiente era en la calle. Parece un clásico ya por estas fechas jugar a ver quién es capaz de recoger más caramelos del suelo. Tal es así que un pequeño llegó a coger un caramelo de debajo de la bota de uno de los guardias de honor dispuesto en la entrada del Consistorio palmesano.

Caramelos y además bengalas, serpentinas, trompetillas y todos los accesorios que ustedes se puedan imaginar. La noche de Reyes es uno de los momentos más entrañables para compartir con los más pequeños, un fantástico recuerdo y una tradición, al fin y al cabo. El año que viene, otra.

C.Agustín