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Como les conté ayer, murió Alberto Cerezo, comandante de Air Europa, donde desempeñaba el cargo de subdirector de operaciones. Mañana cumpliría 58 años. Descanse en paz.

Nacido en Granollers, se formó como piloto en Iberia. Hasta anteayer estuvo en distintas compañías: Air Spain, TAE, Air Afrique, Hispania -de la que fue fundador, accionista y consejero delegado-, Air Europa, Universair, Futura y de nuevo Air Europa.

Al comandante Cerezo le saludé por primera vez en mi vida en Frankfurt, a mediados de octubre de 1977. Junto con otros, acababa de regresar de Mogadiscio (Somalia) donde habían sido liberados por los GEOS alemanes de un avión de Lufthansa que aquel lunes, 13 de octubre, un comando terrorista integrado, entre otros, por Zohair Youssaif, Nadia Douabies y Suhalia Andrawes, que días antes paseaban por Palma, haciéndose fotos frente a las murallas y Seo, habían secuestrado en pleno vuelo, a poco de despegar de Son Sant Joan. Cerezo, comandante de TAE, junto con otros tripulantes, iba en posición a Franckfurt para hacerse cargo de un avión de dicha compañía.

Con ellos viajaban otros setenta y tantos pasajeros, entre los que se encontraban el promotor de boxeo Hans Hasse, el empresario Gregorio Cañellas, que había invitado a su hija, Gabriela, como premio por haber aprobado el bachiller, y un grupo de bellas alemanas que meses atrás habían ganado un concurso de belleza y a quienes la organización había invitado a viajar a Mallorca, de donde regresaban felices.

Mi intención era, durante el vuelo de regreso a Palma -como había pactado con TAE-, hablar con ellos. Pero no fue posible. Poco antes de despegar, me llamaron a cabina y alguien, en representación de TAE, me obligó a bajar.

Quince años después de aquel suceso, logré conversar con Cerezo gracias al cable que me echó Mario Hidalgo. Fue una larga charla, que publicamos en Ultima Hora, a lo largo de la cual nos recordó, «como si hubiera ocurrido ayer», aquellos días durísimos encerrados en la panza de un avión que en poder de unos locos iba de Lamarka a Barhei, de ahí a Aden para terminar en una pista del aeropuerto de Mogadiscio, en unas condiciones cada vez peores para los pasajeros, que terminaron haciendo sus necesidades en el pasillo donde los terroristas habían dejado el cadáver de Jurgen Shumann, comandante de la nave, a quien habían asesinado a tiros a poco de aterrizar allí por considerar que pasaba información a las autoridades alemanas. «Le arrodillaron delante de nosotros, le abofetearon, y al girar la cara, le dispararon».

Al tercer día comieron
También, como si fuera ayer, Cererezo recordó cómo empezó. «Cuando estaban a punto de servirnos el almuerzo, aparecieron unos tipos desde atrás dando voces. A través del telefonillo de avisos se escuchó la voz: «Me llamo Mahmud y a partir de estos momentos soy la máxima autoridad del avión». Ése fue el comienzo. Recordó también que «hasta el tercer día no comimos nada», todo gracias a que María, una de las azafatas, cumplía años. Los terroristas, tras aterrizar en Dubai, pidieron comida a tierra «y así celebramos aquel cumpleaños». Nos contó Cerezo que los terroristas fabricaron una bomba con botellas de oxígeno. «Si no aceptan nuestras peticiones -les decían- la haremos explotar, por lo que la próxima vez que nos veamos será en el otro mundo».