La carretera que va de Lluc al Puig Major continuaba ayer cerrada por culpa de la nieve. Foto: JAUME MOREY.

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La intensa nevada caída estos últimos días en el centro de la Serra de Tramuntana será recordada de forma muy distinta según quien cuente la historia. Para quienes se han limitado a observar desde lejos, o no tanto, y han osado saltarse las señales de prohibición de «carretera cortada» para disfrutar del mejor juguete, seguro que habrá un recuerdo estupendo en el cajón del ludismo.

Los que estos días han tenido que intensificar su trabajo, seguro que tendrán otra percepción, más cansina, agotadora, helada, pues ya son tres las jornadas que llevan a destajo recorriendo carreteras arriba y abajo echando a las cunetas las toneladas de nieve que cubren la calzada. Brigadas de operarios del Consell de Mallorca, bomberos, policías locales, agentes de la Guardia Civil y de Protección Civil, así como algunos voluntarios, se han movilizado para intentar devolver la normalidad a la red viaria.
Sin embargo, quienes tendrán un recuerdo totalmente diferente serán la media docena de familias que habrán pasado tres días aislados en sa Calobra y Cala Tuent, en el municipio de Escorca. Anoche, la única carretera que permanecía cerrada al tránsito a causa de la nieve y el hielo era el tramo de la C-710 que discurre entre el Coll de sa Batalla (Lluc) y el mirador de ses Barques.

Para hoy se prevé que el acceso a sa Calobra y Cala Tuent ya quedará despejado.
Mientras, y a medida que se abren tramos de la red viaria, proliferan los visitantes que no quieren tener más días su álbum fotográfico sin imágenes de la Mallorca más blanca, más alpina, aunque las imágenes sean captadas al borde de la carretera y las cumbres parezcan sacadas de un cuento. María Vázquez
Fotos: Jaume Morey