La intensa nevada caída estos últimos días en el centro de la Serra
de Tramuntana será recordada de forma muy distinta según quien
cuente la historia. Para quienes se han limitado a observar desde
lejos, o no tanto, y han osado saltarse las señales de prohibición
de «carretera cortada» para disfrutar del mejor juguete, seguro que
habrá un recuerdo estupendo en el cajón del ludismo.
Los que estos días han tenido que intensificar su trabajo,
seguro que tendrán otra percepción, más cansina, agotadora, helada,
pues ya son tres las jornadas que llevan a destajo recorriendo
carreteras arriba y abajo echando a las cunetas las toneladas de
nieve que cubren la calzada. Brigadas de operarios del Consell de
Mallorca, bomberos, policías locales, agentes de la Guardia Civil y
de Protección Civil, así como algunos voluntarios, se han
movilizado para intentar devolver la normalidad a la red
viaria.
Sin embargo, quienes tendrán un recuerdo totalmente diferente serán
la media docena de familias que habrán pasado tres días aislados en
sa Calobra y Cala Tuent, en el municipio de Escorca. Anoche, la
única carretera que permanecía cerrada al tránsito a causa de la
nieve y el hielo era el tramo de la C-710 que discurre entre el
Coll de sa Batalla (Lluc) y el mirador de ses Barques.
Para hoy se prevé que el acceso a sa Calobra y Cala Tuent ya
quedará despejado.
Mientras, y a medida que se abren tramos de la red viaria,
proliferan los visitantes que no quieren tener más días su álbum
fotográfico sin imágenes de la Mallorca más blanca, más alpina,
aunque las imágenes sean captadas al borde de la carretera y las
cumbres parezcan sacadas de un cuento. María Vázquez
Fotos: Jaume Morey
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