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El lunes, 3 del 3 del 2003, los vendedores de carne, embutidos, verduras y otros productos podrán estrenar sus nuevos puestos en el Mercat de l'Olivar, aunque no todos empezarán su actividad comercial, entre otras razones, porque, como suele ser habitual, todavía no habrá dado tiempo para terminar el montaje de estanterías, cámaras, vitrinas frigoríficas y otros elementos esenciales para la exposición y almacenamiento de sus productos.

Ayer, como hoy, la actividad era frenética en el interior del recinto. Por los pasillos podían observarse paneles de cámaras desmontables, tuberías, conductos, lámparas, herramientas y máquinas a punto para ser colocados en su puesto, de la misma manera que los montadores de diversas empresas se multiplicaban tratando de atender a todos y cumplir en lo posible el compromiso pactado. Pero todos eran conscientes de que no será posible hacer el milagro de que las obras y los trabajos de montaje hayan terminado definitivamente cuando el remozado mercado abra sus acristaladas puertas, y es posible que se repita la tópica imagen de las autoridades entrando por una puerta y los obreros saliendo por otra mientras dure el acto inaugural, si lo hay.

En todo caso, la imagen del mercado habrá cambiado radicalmente, con algunos ostentosos puestos de frutas y verduras que más se asemejan a escaparates de joyería o de bombonería. Otros se han decantado por la simplicidad y lo esencialmente práctico, «para no perder el carácter de mercado que debería mantenerse», comentan, sin que ello suponga una crítica contra los que han preferido dar «un paso más» en cuestiones de decoración. Lo que sí tienen claro todos es que las incomodidades pueden durar, como mínimo, unos quince días más porque la mayoría de los trabajos de montaje y puesta a punto de las instalaciones sólo se podrán hacer durante las horas de cierre.