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Hay que hacer justicia al arte, en sus diversas facetas, debemos hacerlo sin distinciones, porque el arte, en su amplitud de siete vertientes, clama por un respeto permanente a cargo del hombre que muchas veces -por falta de consecuencia entre lo que dice y hace- no cumple. Proclamar y ejercer algo a menudo queda en mera palabrería. Pero dando por supuesto que ese respeto existe en muchos espíritus sanos y nobles, nos vamos a centrar, en esta página, en la música, dándole tiempo y espacio y también afecto; centrarnos, sobre todo, en la tarea de hacer música por parte de ese colectivo de gente mayor que constituye la Associació Cultural Orquestra Gent Gran de Mallorca, que dirige el infatigable y veteranísimo maestro Rafael Nadal.

Hace unos días estuvimos en su feudo de ensayos, en plan «auditivo» y también contemplativo del quehacer del conjunto musical, recreándonos con unas partituras que estaban «calentando» para un concierto, a base de música vienesa. Y concretamente escuchamos el famoso «Vals del emperador», entre otras composiciones. Mientras, dejando volar la imaginación, íbamos pensando en el esfuerzo de esas 34 personas, hombres y mujeres, inmersos en la música que el día primero de octubre de 2001 tuvimos ocasión de escuchar cuando su presentación en la sala Magna del Auditòrium, con motivo del V Festival de Corals de Gent Major organizado por el Consell Insular de Mallorca.

Allí la nueva orquestra sorprendió a todos, especialmente cuando abrió con el poema sinfónico mallorquín «Nostra Terra». Y luego se enfrascó en «Cavallería rusticana», «Cançó de d'amor i de guerra»; «Els Patinadors»; y «Czardas», que cerró el acto. La orquestra hizo un debut tan sonado que el público se puso en pie aplaudiendo.

Manuel Santolaria