Ante la delicada situación internacional que estamos viviendo,
muchos echaban de menos la opinión del Rey sobre una guerra que
provoca comentarios y tertulias en todos los ámbitos, siendo como
es jefe del Estado y de los ejércitos de la nación, que ahora mismo
se dirigen a la zona del conflicto. Pues ya ha hablado. Con
prudencia y sentido común, como acostumbra. En el tono que la
mayoría de los españoles habría elegido, el Monarca ha expresado su
deseo de que esta guerra termine pronto y con un mínimo coste en
vidas y sufrimiento humano.
Pero don Juan Carlos ha querido ir más allá. Consciente de la
quiebra social que la implicación de España en la guerra ha
provocado en nuestro país, ha pedido diálogo a los partidos
políticos, que se han radicalizado a la hora de defender o
defenestrar este asunto.
En efecto, desde hacía años no se veía en las calles de las
ciudades españolas una movilización de estas dimensiones. Tanto es
así que incluso los líderes sindicales empiezan a plantear la
posibilidad de convocar una huelga general de protesta contra la
posición del presidente José María Aznar.
Una idea, por el momento, descabellada, si se tienen en cuenta
las graves consecuencias que una huelga podría generar y la escasa
o nula efectividad que tendría en su objetivo de detener esta
guerra.
Así las cosas, tras unos días repletos de manifestaciones -con
algunos episodios puntuales de violencia que hay que rechazar
provengan de quien provengan- la semana se presenta calentita en
cuanto a tiras y aflojas políticos, en un ambiente preelectoral que
ha encontrado en el tema de la guerra su mejor baza para empezar a
congregar simpatías y votos de cara al 25 de mayo.
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