La montaña es cosa seria, así que si se adentra en ella, vaya
con cuidado. Sepa, sobre todo, dónde pisa. Entienda también que si
escalar no es sencillo, descender tampoco es fácil. Y si yendo o
viniendo se encuentra con una cueva, si no sabe cómo puede salir de
ella en el caso de que surja un problema, no entre.
¿Qué hacer, entonces, si a uno le tira el excursionismo y la
montaña? Pues lo más aconsejable es apuntarse a un curso de
espeleología o de descenso de torrentes, y aprender a través de
personas cualificadas a penetrar en cuevas y simas, a saber
desenvolverse en su interior, a escalar, a tener conocimientos
sobre el material que debe llevar uno (casco con iluminación a
carburo y eléctrica, arnés especial para cuevas, cuerda especial de
espeleología, más rígida que la de escalada, descensores y
ascensores, etc), qué ropa ponerse (a ser posible, un mono de tela
o nylon), qué calzar, qué tipo de linterna utilizar, etc.
Asistimos a una clase práctica de uno de los cursos de
espeleología que imparte la Agrupació Esportiva Voltors OJE (Alber
29, bajo, Palma, teléfono 971471300), donde participan alrededor de
veinte alumnos. El ejercicio se desarrolló en s'Avenc de sa Moneda,
en Na Burguesa, dentro de la finca s'Hostalot, hasta donde llegamos
andando. Es un avenc al que se desciende descolgándose
verticalemente -y lentamente, sin prisas- 30 metros, por lo que hay
que ir debidamente equipado y, sobre todo, preparado física y
técnicamente, eso sí, contando en todo momento con la colaboración
del monitor.
Una vez en el interior de la sima, al alumno se le da cierta
libertad para que inspeccione las galerías que hallará, y que
descubra la cavidad y admire columnas formadas a lo largo de miles
de años, para, por último, ascender a base de mucha técnica -más
que fuerza- ayudándose de los denominados ascensores, o crol, y el
puño.
Pedro Prieto
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