La visita a Alemania realizada por Ultima Hora
a principios de abril con el objetivo de comprobar «in situ» la
evolución de precios de la oferta de restauración sirvió además
para pulsar el clima económico y laboral que impera en estos
momentos en el principal mercado emisor turístico a la Isla.
Nuremberg, Rottemburgo y Frankfurt, tras el periplo realizado
durante cinco días (entre el 5 y 9 de abril), son la muestra más
palpable del cambio económico que se ha producido en Alemania, que
afecta principalmente al mundo laboral, puesto que el país registra
ya un paro del 10 por ciento sobre la población activa: 4'6
millones de alemanes se encuentran en estos momentos en paro, la
tasa más elevada desde la Segunda Guerra Mundial.
Si en Nuremberg y Rottemburgo la situación está un poco mejor
por ser ciudades con unas características muy peculiares, en
Frankfurt se aprecia en toda su magnitud la actual coyuntura
económica adversa por ser un enclave industrial de primer orden: en
sus alrededores se encuentra la fábrica de la Opel. En Nuremberg,
con un cuidado casco histórico, la actividad ferial está paliando
la crisis, puesto que su moderno recinto ferial, de 250.000 metros
cuadrados, aglutina a lo largo del año unas 23 ferias, que
canalizan más de un millón de visitantes, con el consiguiente
impacto económico en la ciudad, que cuenta con 500.000 habitantes.
El hecho de ser una capital con precios de pueblo, también ayuda,
en opinión de la Oficina de Turismo de Nuremberg. Sin embargo, un
paseo por la ciudad demuestra que las ofertas y descuentos
proliferan por todos los comercios, hasta en la tradicional y
conocida mundialmente Marktplatz ('Plaza del Mercado') por su
mercadillo navideño (Christhindelesmarkt) y por los populares pan
de especias lebruchen. Los niveles de ventas han bajado de forma
considerable y el efecto del euro, tras la adecuación realizada a
lo largo de 2002, todavía se nota, por lo que las quejas de los
consumidores son recogidas por la prensa local ante algunos precios
desorbitados.
Desde Nuremberg a Rottemburgo se tardan uns tres horas por
carretera, dependiendo de las retenciones de tráfico, y en las
proximidades de Rottemburgo ya se puede ver su fisonomía medieval
en toda su amplitud. Los dos millones de visitantes que recibe al
año, pese a tener sólo la ciudad 12.000 habitantes, lo dicen todo
sobre su atractivo turístico. Ciudad cara por antonomasia, de ahí
que no extraña que los lugareños opten por ir a comer y cenar en
los pueblos próximos. Un paseo por esta maravillosa ciudad al lado
del río Tauber y con una buena selección de restaurantes para hacer
acopio de fuerzas, le devuelve uno al medioevo, aunque la grafía
japonesa resulte un tanto anacrónica en menús y carteles.
Curiosamente, los responsables de la Oficina de Turismo reseñan que
a diferencia de la ecotasa balear, que sólo se cobra en la oferta
de alojamiento turística, «aquí, está estipulado desde hace muchos
años que todas las empresas y comercios paguen un 0'2% de todo su
volumen de ventas anual como kurtaxe, para así no perjudicar al
turista», afirman.
De camino a Frankfurt, elegimos la denominada ruta Romantische
Strabe, plagada de pueblitos de ensueño y perfectamente cuidados.
Frankfurt asombra por su Skyline y su centro financiero, el más
importante de Alemania por contar con el Banco Central Europeo, la
Bolsa y un conglomerado de modernísimos edificios que cuentan con
la Main Tower con su principal bastión. Es una ciudad para pasear.
Desde la estación de tren camino a la Oficina de Turismo, iniciamos
el periplo al famoso Fressgass (la milla culinaria de la ciudad) y
de la elegante Goethestrasse, donde Camper se codea al lado de
Bulgari, Chanel, Versace y ese largo etcétera de marcas de moda
estelares.
De camino a la plaza Römer, tras pasar por la popular zona
peatonal de Zeil, donde se encuentra la principal zona comercial,
es entonces cuando nos topamos con un rosario de carteles
ofreciendo descuentos, ofertas y precios en restaurantes, bares,
cafeterías, tiendas de electrónica, telefonía móvil y resto de
comercios. Los empleados y propietarios, pese a esta estrategia,
indican que los niveles de producción están bajo mínimos, salvo en
los puestos de salchichas y de «apple wine» (vino de manzana), que
tiene en la zona turística de Sachsenhausen su auténtica catedral.
En Nuremberg, Rottemburgo y Frankfurt pudimos oir siempre lo mismo:
«Gracias al euro, pese al impacto de su entrada, la economía
alemana no está en quiebra, porque con el marco vigente a buen
seguro que se hubiera devaluado».
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