Los vecinos de Sóller no olvidan. Y por eso cada año rememoran
con tintes festivos unos acontecimientos que, en realidad,
resultaron trágicos. Ocurrió hace 442 años y, para los sollerics,
la victoria del capitán Angelats tiene toda la fuerza del presente.
No en vano, cada segundo fin de semana de mayo la localidad del
valle se viste de fiesta, de alegría y de los primeros calores de
la temporada para reproducir unos hechos tremendos acaecidos en
aquellos tiempos, tan lejanos, en que la pacífica existencia de los
paisanos se veía amenazada constantemente por los sarracenos,
deseosos de conseguir las riquezas del pueblo. Ayer, como no podía
ser menos, el tiempo lució espléndido y los habitantes de la
ciudad, además de muchos turistas y mallorquines llegados de otros
puntos de la Isla, se volcaron en la celebración.
Por la mañana se registraron algunos disparos de trabucos de
algunos participantes, que molestaron a los vecinos de la plaza, lo
que obligó a la policía a incautarse de ellos. Los actos dieron
comienzo a las diez de la mañana con la ofrenda floral al monumento
erigido en honor de los héroes del 11 de mayo, siguió con una misa
a la que asistieron las Valentes dones. Pero el grueso estaba por
llegar. Minutos después el capitán Angelats se encomienda a la Mare
de Déu de la Victòria antes de animar a los paisanos que se
enfrentarán a una dura batalla. Poco después la cita es en la playa
de Can Generòs, donde los sarracenos intentan desembarcar, sin
contar con el valiente y decidido arrojo de los sollerics, que
logran repeler el desembarco. Sin embargo, los moros no se dan por
vencidos e intentan de nuevo el asalto, esta vez desde la playa den
Repic, donde logran hacer realidad sus intenciones, hasta que se
topan con los vecinos en el Pont den Barona. Conseguidos algunos de
sus objetivos, los sarracenos se creen vencedores y el líder llega
a la plaza para tomar posesión de las instituciones y proclamar su
victoria. Pero no cuenta con el afán de los vecinos por defender lo
suyo y, finalmente, arengados por el capitán Angelats, luchan de
nuevo y vencen definitivamente al enemigo.
Después de toda una jornada de batallas, llega la recompensa,
aun a costa de ver el pueblo saqueado y destrozado. El capitán
proclama la victoria sollerica y da las gracias a la Virgen, por la
ayuda prestada. Vecinos y autoridades entonan entonces La
Balanguera y trasladan la imagen de la Mare de Déu de la Victòria
hasta el hospital, acompañada por los personajes históricos. Una
historia que, no por repetida, se vive con menos pasión. En opinión
de algunos, con demasiada, pues el consumo de alcohol suele ser
excesivo en ocasiones.
Mari Vázquez
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