La aventura dePacte ha terminado. La historia puede continuar
después del domingo si el electorado lo decide, pero difícilmente
podrá repetirse la misma estructura de poder, el mismo reparto de
cargos y el mismo documento programático que firmaron los partidos
dePacte en julio de 1999 en el salón del Senat del Parlament.
En cualquer caso, han sido cuatro años muy intensos
políticamente. Se han producido muchas fricciones entre los socios,
pero también momentos de euforia y de tensión. Hace cuatro años muy
pocos -ni siquiera algunos de los propios protagonistas- creían que
ePacte pudiese mantenerse toda la legislatura.
A nivel legislativo, estos cuatro años han estado marcados por
dos proyectos estelares: la aprobación de la ecotasa y la ley de
consells. Ambas leyes fueron recurridas por el Gobierno central,
pero el Tribunal Constitucional, en primera instancia, ha permitido
que sigan en vigor.
En el capítulo de disputas, la política territorial ha provocado
graves fricciones entre Unió Mallorquina y Esquerra Unida-Els
Verds. Las diferencias entre la formación de Munar y el PSM también
han trascendido más allá de los despachos, aunque la sintonía entre
UM y PSOE ha sido uno de los aspectos más sólidos que ha permitido
mantener ePacte durante toda una legislatura. Pero no han sido las
únicas diferencias de la legislatura. PSOE y PSM han seguido
caminos paralelos, aunque diferentes. Las relaciones entre Sampol y
Antich han sido políticamente correCtas, pero no han ido más allá
de las reuniones del Consell de Govern. La actitud de Margalida
Rosselló también ha permitido comprobar la paciencia del president
del Govern y la de los propios socios de coalición de Els Verds.
Desde Esquerra Unida han criticado públicamente la postura de
Rosselló y de Joan Buades en algunos proyectos
medioambientales.
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