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Cada uno de los cuatro diputados del PSM de Mallorca le costaron al partido un total de 9.877 votos en las elecciones celebradas en 1999. Sin embargo, el diputado de la COP de Formentera, Santiago Ferrer, sólo necesitó 1.592 votos para hacerse con el escaño de diputado. La clave de esta diferencia se encuentra en la Ley Electoral de Balears, que está pensada para dar más representación a las islas menores. Con esta ley, que penaliza los votos de Mallorca frente a los de las demás islas, se pretende compensar la inferioridad numérica de los habitantes a través del sistema de la proporcionalidad corregida.

Este sistema consiste en que a Mallorca sólo le corresponde el 56 por ciento de los diputados del Parlament -33 de 59-, a pesar de que representa el 80 por ciento de la población de las Islas. El 44 por ciento restante se lo reparten entre Menorca (13 diputados) y Eivissa (12 parlamentarios) y Formentera (1 diputado). Si no se hiciera esta corrección, a Mallorca le corresponderían 47 diputados, mientras que las demás islas deberían repartirse los 12 restantes. Por esta razón, un diputado en Formentera 'sólo' cuesta 1.529 votos.

Si se hiciera un cociente entre todos los votos válidos emitidos en Mallorca, 293.370, y los escaños que se reparten, 33 en total, resultaría que cada uno de los asientos de parlamentarios debería costar una media de 8.890 votos si existiera un sistema proporcional puro. Sin embargo, la Ley d'Hondt, que rige el sistema electoral español, corrige esta proporcionalidad en favor de los partidos mayoritarios. Como refleja el gráfico, PP y PSOE se alejan de esa media de 8.890 votos. En el caso de los populares, cada escaño les costó 8.138 votos, mientras a los socialistas les supuso 8.464 votos. EU-EV se acercaron a la media, con 8.728 votos por escaño, y Unió Mallorquina la rondó, con 8.880 votos por cada uno de sus tres diputados.