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La playa sigue desierta a pesar de que hemos entrado en la recta final del mes de mayo, mes que pasara a la historia por ser mes de elecciones, de hoteles -aún- cerrados y playas semivacías. De todos modos, según cuentan desde el Govern, esta temporada puede ser mejor (?) que la pasada. Por tanto, vamos a seguir confiando en que no se equivoquen. Porque lo que no hemos de perder nunca es la confianza, ni la esperanza por muy fea que se muestre la realidad. Mientras tanto, si se dan una vuelta por la playa -Platja de Palma concretamente- como hice yo ayer se encontrarán con este aspecto. Poca, por no decir poquísima gente tomando el sol -que bañándose apenas nadie, pues el agua sigue estando fresquita-, y montones de hamacas verdiblancas alineadas sobre la arena a la espera de que alguien las reclamen, cosa poco probable, por lo dicho, porque hay menos gente que hamacas, y porque éstas están por las nubes, tanto como a 3,90 euros por día (el año anterior costaban 3,80 euros-día); eso sí, la sombrilla no se cobra como ocurre en otras playas de otros términos municipales, donde se cobra más barata la hamaca que en Palma, con lo cual, vaya lo comido por lo servido, la cosa queda más o menos igual. Cuatro euros, porque al fin y al cabo al chaval que viene a cobrarte le dejas los diez céntimos sobrantes de propina; son un pico considerable y más para aquellos turistas que han pillado la oferta de estancia en hotel a media pensión por 8 euros-día. De ahí que algunos -cada vez más- se gasten ocho o diez euros adquiriendo una sombrilla y una colchoneta de plástico, puede que no de muy buena calidad pero suficiente para que a uno le dé un poco de sombra y echado esté más o menos cómodo, y pasen de la tumbona con derecho a sombrilla. Para colmo, a causa de las aguas que se han estancado en el torrente que desemboca en un lugar próximo, empieza a haber mosquitos. Lo digo por si Medi Ambient no lo sabe y lo quiere solventar. Porque poca gente, hamacas por las nubes y mosquitos, mal asunto.

Pedro Prieto