Magaluf, medianoche de anteanoche. La calle bulle de gente. Y a
medida que avanzamos hacia Punta Ballena, más. Nada que ver con la
Platja de Palma. Más gente y aun más joven. Aunque según nos
comentan algunos tiqueteros, que cubren su cuerpo con un peto
fosforescente y que llevan colgado del cuello el carné que los
acredita como tales, emogollón está todavía por llegar. Pero ya les
vale para la que está cayendo en cuanto a crisis turística, «que
notaremos menos aquí que en zonas de alemanes debido a la regresión
económica que padece este país», apunta el propietario de un bar
que controla la situación desde la puerta.
A medida que transcurre la noche, el trasiego de gente en la
calle va en aumento. hay quienes se han acercado hasta allí en
silla de ruedas, se supone que a causa de la pierna escayolada que
lucen. Como cabe suponer, los de las discotecas se quejan de que en
algunos pubs y bares se baila, lo cual consideran que no es justo,
por lo que esperan que el nuevo Ayuntamiento ponga orden en este
capítulo. En Banana vemos que tienen camareras en bikini, lo que
sin duda podría ser la novedad del verano, y si encima funcionan,
mejor.
Dejamos Punta Ballena y nos acercamos a la zona de BCM. Por el
camino nos encontramos al primer borrachito. Es joven, no se puede
tener en pie; como se va cayendo, los colegas optan por echárselo
al hombro y seguir la marcha. En BCM la sala está a tope de gente
joven, mientras sigue entrando más gente, entre ella mucha nena
guapa. Y dentro, mientras las gogós animan a bailar desde los
podios, en la pista ya no cabe ni un alfiler. Y eso que, siendo ya
más de la una, según nos dice un jefe de barra, la noche aún no ha
comenzado.
Pedro Prieto
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