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Una máquina irrepetible. La moto Guzzi puede parecer en principio una moto frágil, pero quizá es en esa aparente sencillez donde reside su principal secreto. La moto Guzzi llegó a Mallorca desde Italia en la década de los 60, se extendió por toda la Isla y se convirtió en un vehículo capaz de soportar cualquier terreno.

Posteriormente, una empresa española adquirió la marca y la convirtió en Moto Guzzi Hispania. Uno de los pueblos de la Isla donde más caló la moto Guzzi fue en Campos, quizá por su estrecha relación con la foravila, ya que fue una herramienta muy utilizada por los payeses. En Campos actualmente hay unas 300 y ayer unos 50 integrantes del Club Vehicles Antics Carros de Foc celebraron lo que han denominado «I Guzziada» reivindicando la vida de la mítica moto Guzzi.

Los propietarios de estas motos de coleccionista se congregaron en la Plaça del Mercat de la localidad para salir por la ruta cicloturística y concluir la jornada festiva con una comida en las escuelas del Palmer. «El mantenimiento de la Guzzi es muy caro y difícil, requiere unas piezas muy difíciles de encontrar», explica Sebastià Montserrat quien ha sido durante 40 años mecánico de Guzzis. Montserrat sostiene que esta máquina es especial porque «es una moto que no cansa, antes todo se hacía con la Guzzi, ir a Palma, por foravila, es muy sencilla, resistente y tiene un motor muy práctico».

Josep Maria Sastre