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El presidente electo de la Comunitat, Jaume Matas, ofreció ayer en el Parlament su discurso de investidura, centrado en aspectos genéricos e ideológicos de su proyecto de gobierno, dejando para hoy -durante el debate con los otros grupos políticos- las cuestiones más concretas. De ahí que pueda decirse poco del modo en que piensa afrontar las distintas asignaturas pendientes que tiene nuestro Archipiélago.

Pese a las incógnitas, sí se puede destacar como dato positivo el hecho de que Matas hablara constantemente de «espíritu de mano tendida», de diálogo y de consenso respecto a las cuestiones más polémicas que deberá poner en marcha a lo largo de los próximos cuatro años: carreteras, incineradoras, territorio, política lingüística y educativa...

De entrada presentó su proyecto «liberal como la propia sociedad balear» y basó sus prioridades en devolver la confianza a la sociedad, potenciar el desarrollo económico y la calidad de vida y defender los puestos de trabajo. Está claro que mantener el nivel de vida que hemos disfrutado en Balears en los últimos años debe ser una prioridad y hay que decirlo sin complejos.

Todo lo que implique más libertades y más bienestar para el conjunto de la sociedad debe ser bienvenido, aunque también hay que hacer hincapié en que nuestro principal valor es el paisaje y el medio ambiente, anhelados por millones de europeos que nos visitan cada año. Por eso Matas tendrá que saber conjugar todos los elementos para sostener un medio que bastante hemos castigado ya al tiempo que se creen las condiciones económicas capaces de mantener nuestro actuastatus privilegiado. No es un reto fácil, pero el talante moderado y conciliador del nuevo president son una buena tarjeta de presentación.