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Aunque parezca increíble, aún existen en Mallorca playas vírgenes frente a una población. Es el insólito caso de s'Estanyol, que cuenta con una bella playa salvaje a apenas unos metros de las viviendas, con la particularidad de que en pleno verano es posible disfrutar de este lugar en solitario. Como si de una isla desierta se tratara. Desconocemos las razones de esta singular peculiaridad, porque aunque en sus fondos y márgenes abundan las piedras y algas no vemos motivos de peso que justifiquen su afortunada soledad. La playa de s'Estanyol y Es Racó de s'Arena de camino a s'Estalella es un lugar fuera del tiempo, entre mar, dunas y pinos, que recuerda el tiempo en que la Isla aún no había sido descubierta por el turismo y era posible disfrutar de su belleza en estado natural. El día que permanecimos en el hermoso semicírculo que describe el enclave, solamente escuchamos el rumor del oleaje y el graznido de algunas gaviotas. Todo un regalo para los oídos acostumbrados a la algarabía humana tan habitual a lo largo de nuestro litoral.

Si bien la historia urbana de s'Estanyol se remonta a los primeros años del pasado siglo, hay que situarse en la década de los 60 para hallar las bases de su actual desarrollo, motivado por la demanda local. El agobio turístico de s'Arenal suscitó que muchos de sus pobladores buscaran a partir de entonces un lugar en el que poder vivir en un ambiente rústico y apacible ya inexistente allí. Así se estableció una colonia veraniega de segundas residencias que hasta la fecha ha mantenido una morfología bastante homogénea, conservando a su vez una tranquilidad envidiable.

Gabriel Alomar