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Los socialistas probaron ayer su doble condición de partido de la oposición y de partido que tiene que buscar responsabilidades por el fracaso electoral. Por la mañana, replicaron al nuevo Govern y, por la tarde, se encerraron en un hotel de Palma para buscar responsabilidades por la pérdida de poder autonómico y municipal.

En respuesta al portavoz del nuevo Ejecutivo, Joan Flaquer -que reveló la existencia de cargos de confianza que no quieren dejar su puesto hasta que venza el contrato-, los diputados Francesc Quetglas y Antoni Diéguez advirtieron de las situaciones de mobbing -acoso laboral mediante presión psicológica- que «ya se están poniendo en marcha».

Quetglas, portavoz parlamentario adjunto, se quejó de la actitud del PP, recordó que los contratos vencen en agosto y dijo que el Govern puede anticipar sus vacaciones o pagarles ese mes. Lo que no se puede pretender, dijo, es que los contratados renuncien por voluntad propia sin pagarles el mes, lo que les privaría de derechos laborales.

El portavoz socialista aclaró que el modo de actuar del Govern del Pacte no ha sido como el del PP, cuyo gobierno autonómico dejó «blindados» en 1999 a unos 27 altos cargos con indemnizaciones de entre 10 y 15 millones de pesetas.

Por la tarde, los socialistas se reunieron a analizar su situación interna. Diversos voces del Consell Polític reclamaron la dimisión de Francina Armengol (secretaria general de Mallorca) y de Antoni Roig (de Palma). Josep Moll fue duro con Roig y también Joan March reclamó la renuncia del portavoz de Cort.