TW
0

Cala Santanyí constituye el ejemplo paradigmático de un espacio natural urbanizado. Tres hoteles y cuatro edificios de apartamentos dominan el paisaje que conserva en su zona marítima parte de la fisonomía original. Un gran aparcamiento lleno de coches alquilados recibe al visitante que nada más llegar se percata de que se encuentra en pleno corazón turístico del municipio de Santanyí. Desde este punto apenas se ve la playa, que se intuye tras un bosque de sombrillas al fondo de los edificios y de un pinar esquilmado. Entre los siglos XVII y XVIII la cala de Santanyí constituia un bastión defensivo para la población y contaba con torre de defensa y artillería propia, a base de un cañón apuntando a la bocana para hacer frente a los ataques piratas procedentes del norte de Àfrica.

Con la colonización francesa desapareció el peligro y un siglo después, a partir de 1920, se construyeron las primeras casas de pescadores, que por fortuna algunas aún pueden verse. A su vez, empezaron a llegar los primeros veraneantes, pero no fue hasta los años 60 cuando dio comienzo el proceso urbanizador sin proyecto establecido. Así se edificó según apetecía a los promotores, (o sea, seis pisos al mismo borde del mar, para gozo de los clientes), que en este caso no llegaron a destrozar sistemáticamente el paisaje como nos tienen acostumbrados, aunque sí a mancillar su carácter pintoresco. Ahora Cala Santanyí es una playa eminentemente turística con bares, restaurantes, velomares y hasta surf, que tiende a cierta congestión en temporada alta. En sus inmediaciones se halla la Cova del Drac que curiosamente, forma una profunda cavidad en plena calle.

Gabriel Alomar