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«Lo que importa no es cuántas hay, ni lo grandes que son, sino la capacidad que tienen para reproducirse». La colonia de tortugas tropicales que el Seprona ha localizado en una charca de Gènova no están amenazadas por ningún depredador y se reproducen tres o cuatro veces más rápido que las autóctonas. «Si fuese otra parte, la especie amenazada se desplazaría, pero al ser una isla, las especies propias de aquí no se pueden ir de un sitio a otro y están en peligro», comentó un agente del Seprona. Varias personas acudieron ayer a la charca, de unos 25x20 metros, que está a un kilómetro del cementerio de Gènova, para ver a las tortugas «de orejas rojas», cuya entrada en el país se prohibió en 1998 porque podían perjudicar a las especies autóctonas. Ultima Hora fotografió algunas de estas tortugas que se regalaban como mascotas hace unos años y con el paso del tiempo, al hacerse grandes, han sido liberadas por sus propietarios.

Antiguamente, del fondo de esta charca se sacaba barro para hacer jarrones y demás objetos, pero hace unos 30 años se abandonó. El acceso es fácil aunque los agentes consideran que lo mejor es mirar de lejos, porque no se sabe los metros de profundidad que tiene y además, «al oír ruido, las tortugas se esconden en el fondo». «Lo suyo sería llevarlas al CITES de Natura Parc para que no perjudiquen a las de aquí», comentó el agente.