Cuando a principios de los años 60 se trazó el macro proyecto
urbanístico de Cales de Mallorca, se preveía ocupar una extensión
de terreno mucho mayor que la resultante y hoy conocida zona
turística. Así, se trazaron carreteras en dirección a las conocidas
Cala Domingos, Cala Romeguera y Cala Antena y a otras cuatro calas
que han permanecido por azar en estado natural y son incluso
desconocidas para los propios residentes, dado su largo acceso a
pie. Se trata de Cala Bota, Cala Virgili, Cala Pilota y Cala
Magraner.
A lo largo y ancho de este litoral intocado es posible visitar
dichas playas mediante largas caminatas por los caminos que un día
debían convertirse en carreteras de urbanizaciones que, por fortuna
no se realizaron. En la actualidad se hallan en el interior de
propiedades privadas cerradas con barreras al tráfico rodado, pero
accesibles por vía peatonal.
La belleza de este entorno natural que constituye el patrimonio
natural de la costa de Manacor, representa un fuerte aliciente a la
hora de emprender la excursión que discurre por terrenos algo
áridos, entre sabinas, acebuches y matorral. Las distancias desde
el punto de partida pueden superar los tres kilómetros en un
complicado entramado de caminos, que al carecer de cualquier
indicación, facilita la confusión. Estas se caracterizan por su
angostura y profundidad al constituir el resultado geológico
milenario de la erosión de torrenteras sobre los altos acantilados
de la zona. En sus playas, solitarias incluso durante el fin de
semana, con excepción de Cala Varques, la más emblemática,
predominan las piedras con pequeñas zonas de arena.
Gabriel Alomar
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