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La de ayer fue una jornada en la que asaltaban antiguos fantasmas que recordaban apagones anteriores de mayor duración, el último de ellos en junio del año 2000. Parece incluso lógico que esos cortes del suministro eléctrico se hayan producido en similares fechas y coincidiendo con un fuerte incremento del consumo debido a las altas temperaturas.

Pero por muchas razones que puedan darse, aquellos que sufrieron especialmente las consecuencias (personas encerradas en ascensores, conductores atrapados en un caos circulatorio en el centro de la ciudad, comercios con sus sistemas eléctricos fuera de servicio, etcétera) se preguntarán con toda la razón por qué motivo, después de la experiencia acumulada, Mallorca y parte de Menorca volvieron a quedarse a oscuras.

Y, además, resulta evidente que, a estas alturas, no podemos seguir ofreciendo esta imagen tercermundista, con unas carencias de servicios elementales en el mundo en el que nos movemos y con la perentoria necesidad de ofrecer el mejor servicio a los turistas que nos visitan si no queremos que el principal motor de nuestra economía sufra mayores daños.

Es hora ya de que los responsables políticos adopten las medidas necesarias para que cortes en el suministro eléctrico como el que se produjo ayer no vuelvan a repetirse. Ha habido tiempo desde el último gran apagón de 2000 para ver qué es lo que debía hacerse y, por lo que parece, no se pusieron en marcha las soluciones precisas. Por ello, es el momento de que se actúe poniendo fin de una vez por todas a graves situaciones que paralizan el funcionamiento de Mallorca y parte de Menorca. Es necesario que el suministro eléctrico en Balears cuente con un futuro garantizado.