Saliendo de Cala Bona podemos observar el rápido crecimiento
urbanístico experimentado en una zona apenas edificada hace pocos
años. Se trata del tramo comprendido entre el Port Nou y el Port
Vell, que marcan el camino hacia el cabo geográfico que marca el
límite del municipio de Son Servera, Cap des Pinar.
En torno a este punto y en un paraje especialmente bello por la
frondosidad del pinar, por desgracia duramente afectado a raíz del
temporal de noviembre de 2001, se encuentra Costa dels Pins. Una
urbanización de lujo frecuentada por la jet-set desde su creación a
partir de los años 70 sobre las tierras de la «possessió» de Sant
Jordi. Allí podemos optar con bañarnos en la bonita playa de Sa
Marjal, frecuentada por los residentes y que se abre frente al
reducido puerto deportivo o en la caleta en estado natural junto al
hotel, establecimiento que dispone de un pequeño solario con
equipamiento de sombrillas y hamacas y un cercano y pionero campo
de golf inaugurado hace treinta y seis años.
A diferencia de la mayoría de urbanizaciones modernas en donde
predomina el cemento, Costa del Pins mantiene una estética
paisajística en la línea de los mejores proyectos residenciales de
Mallorca, como Formentor, Cala d'Or o Cala Blava, con elegantes y
tranquilas vías entre villas rodeadas de pinos y un sólo
establecimiento hotelero de alto nivel, dotado de una gran terraza
panorámica natural sobre el perfil de la costa. Que, a medida nos
internamos en la urbanización en dirección a la espectacular
rotonda que marca sus límites, va adquiriendo altura y un aire más
agreste que culmina en montes cuyas alturas superan los trescientos
metros.
Gabriel Alomar
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