La primera avanzadilla de los soldados españoles que han de
desplegarse en Irak ya se encuentra en aquel país, aún convulso
tras la contienda, con permanentes ataques a las tropas americanas
y británicas y con un constante goteo de muertos en las filas,
principalmente norteamericanas. La situación, a pesar del golpe que
debía suponer, según aseguraba el secretario de Defensa de Estados
Unidos, Donald Rumsfeld, la muerte de los hijos de Sadam, Uday y
Qusay, y la exhibición pública de sus cadáveres en las televisiones
y medios de comunicación de todo el mundo, no ha hecho sino seguir
enquistándose. Y es que no debe olvidarse que existe un evidente
choque de culturas entre los ocupantes anglosajones y las gentes
del país.
Este es el escenario, en líneas generales, en el que deberán
desarrollar su labor las tropas españolas. Es cierto que nuestro
Ejército cuenta con un importante bagaje en misiones humanitarias.
Los oficiales y soldados de nuestro país supieron desarrollar con
profesionalidad y con el necesario tacto las misiones que se les
encomendaron en lugares como Kosovo o Bosnia, por citar sólo dos
ejemplos.
Ahora deberán enfrentarse a unas circunstancias radicalmente
diferentes, aunque la misión sea también de orden humanitario y de
reorganización del país. La zona a la que han sido destinados es de
las más pacíficas, pero aun así no deben ocultarse los riesgos que
existen. Precisamente a causa del choque de culturas va a ser
preciso que se haga uso de la suficiente mano izquierda en un lugar
dominado principalmente por los chiíes para que no se vea al nuevo
contingente como unas tropas de ocupación, sino como una ayuda para
comenzar a despegar por sí mismos.
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