Hace treinta años no había televisión en todas las casas, ni aire acondicionado. Mucha gente pasaba las tardes del verano sentada en la terraza del Bar Güell, donde podían sentir un ambiente tan tradicional y mallorquín que recordaba a los bares de pueblo, a pesar de estar situado en plena ciudad. Un día la hija del dueño del bar, Tolo Güell, iba corriendo y se cayó haciendo explotar un sifón que llevaba en las manos. Fue un pequeño susto pero no pasó nada. Ramón Martinez, un amigo de Tolo, aprovechó el momento para bromear clamando «¡Milagro! ¡Ha sido un milagro! tenemos que ir a Lluc caminando». Quien iba a pensar que aquella broma sería el principio de la «Marxa d'es Güell a Lluc a peu», una marcha popular que ha terminado conviertiendose en una verdadera expresión de mallorquinidad. ¿Es Lluc para los mallorquines como la meca para los musulmanes?
30 años caminando
«D'es Güell a Lluc a Peu» cumple tres décadas, consolidándose, como su propio lema reza, como «Una expressió de mallorquinitat»
31/07/03 0:00
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