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La playa de Sa Font de sa Cala debe su nombre a un manantial de agua dulce que determina junto a otro afluente submarino, que las aguas de este bello paraje sean más frías de lo habitual durante los meses de verano y también más dulces. Se trata de un caso geológico similar al existente antaño en la caleta de S'Aigo Dolça de El Terreno, desaparecida con la construcción del Passeig Marítim.

Asimismo, el mar aparece con un intenso y límpido color azul, favorecido por las corrientes cercanas del estrecho de Menorca. Su arenal, de unos cien metros de largo y una profundidad superior a los cincuenta, dispone de todas las instalaciones propias de una playa urbanizada. Este aspecto favorece un elevado grado de ocupación en verano, de forma mayoritaria a cargo de los turistas que residen en los diversos hoteles y complejos de apartamentos que rodean la zona.

Este enclave, perteneciente al término de Capdepera, ofrece sin duda uno de los parajes más bellos de la costa del Llevant, aunque en los últimos años lamentablemente muy alterado por el gran temporal. Fenómeno atmosférico que aquí alcanzó especial virulencia como pone de manifiesto el frondoso pinar que antaño preludiaba la llegada a la playa y que hoy aparece como una planicie desértica. Se pudieron contar por miles los árboles arrancados de cuajo o partidos por la mitad en aquella aciaga noche de noviembre de 2001, cuyos resultados por desgracia permanecen bien patentes. Un triste espectáculo para el turismo y el equilibrio ecológico, que debería plantear una repoblación forestal de toda la zona con la finalidad de devolverle una belleza ahora sesgada.

Gabriel Alomar