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Sigue siendo una incógnita la moción de censura contra el alcalde de Marbella, Julián Muñoz. Después de que ocho concejales del Consistorio anunciaran su postura contra la actual pareja de Isabel Pantoja, el juego político desarrollado fuera y dentro del Consistorio se ha convertido en un esperpento que ha llenado, incluso, los contenidos de varios programas del corazón.

Jesús Gil, presidente del Grupo Independiente Liberal, y Julián Muñoz no han sabido tratar sus diferencias ante los órganos pertinentes. Uno y otro se han acusado de apoderarse de dinero público y han amenzado con «tirar de la manta» en programas que incluían los malos tratos a la ex mujer de Chiquetete y el mal genio de Maria José Campanario.

Algo tan importante como una posible destitución de un alcalde, en este caso en Marbella, merece algo más serio: un análisis de la crisis profunda que están sufriendo determinados partidos políticos y una valoración de los líderes de cada uno de ellos.

Tal vez Julián Muñoz continúe siendo a partir del próximo día 13 alcalde de Marbella, si al final los concejales del Partido Andalucista (PA) y del PSOE no apoyan la moción. Pero, aunque así sea, existen unas acusaciones de corrupción que tienen sus cimientos en una política urbanística muy criticada por la oposición desde que Gil gobernaba la ciudad.

De hecho, y como aperitivo para Muñoz, la Fiscalía Anticorrupción le ha denunciado por prevaricación y falsedad en documento público mercantil, además de sumar con Gil al menos 30 causas pendientes con la Justicia. La solución es tan complicada como su desarrollo porque, por el momento, no parece que haya un político marbellí que reúna las condiciones necesarias para devolver a la ciudad la dignidad que le corresponde.