Los jóvenes y no tan jóvenes salieron ayer por la noche y sus
barrios para cantar canciones de amor y serenates, comer buñuelos y
tomar viño isleño. Todo ello para celebrar la Nit de les Verges y
cumplir así con una tradición muy antigua que se remonta a los
primeros años del cristianismo.
Los buñuelos, en todas su variedades, la mistela, las flores,
claveles y rosas, protagonizaron una noche muy arraigada en
Mallorca, sobre todo en la Part Forana. En Palma, la altura de los
edificios hace difícil las serenates en la calle, aunque los
jóvenes se las ingenian para hacer llegar sus canciones a las
chicas a las que visitan.
Según Joaquín Tur, vicepresidente de la Associació de la Petita
i Mitjana Indústria de Forns i Pastisseria de Mallorca, «esperamos
unos días de mucho trabajo, y aunque no nos dedicamos a los bunyols
de vent todos los que van rellenos de crema, nata y trufa nos hacen
estar muy ocupados». La cantidad de buñuelos producidos es inmensa,
«para que nadie se quede sin los dulces típicos de este día»,
comenta Tur.
J.Castells
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