Un centenar de personas vinculadas a la Cruz Roja -voluntarios,
empleados, personal del hospital y alumnos del centro de formación-
mantuvieron un minuto de silencio en protesta por los atentados que
acabaron el pasado 27 de octubre con la vida de dos miembros de la
organización en Irak. Con estas nuevas bajas, se eleva a seis el
número de miembros de esta entidad altruista que han fallecido en
el país asiático desde que comenzó la guerra.
El personal se concentró frente a la puerta de la calle
Arquitecte Bennàssar de Palma, en la sede de la Asamblea Autonómica
de Balears. Se realizó un acto simultáneo en los locales de Menorca
y Eivissa. El director de cooperación internacional en Balears de
la entidad, Marcelo Unamuno, aseguró ayer que «pese a la tragedia,
la organización ha decidido mantener a algunos de los delegados
extranjeros en el Comité Internacional de la Cruz Roja en Bagdad.
En principio se habló de una salida, aunque finalmente sólo será
parcial».
Juana Lozano, directora de voluntariado, aseguró con gran pesar:
«Siento una gran sensación entre rabia e impotencia. Es indigno que
una entidad que ha ayudado de forma neutral y desinteresada reciba
esto a cambio. Todos los atentados son condenables, pero en
especial éste». Emilia Garau, voluntaria, manifestó: «En todos los
casos me he sentido muy mal. Yo lo compararía a la muerte de un
niño, de un inocente. Es muy duro ver cómo la gente puede llegar a
este nivel de crueldad».
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