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Se acabó la temporada. Playas y hoteles de la Isla cierran hasta la próxima primavera a la espera de que los tiempos que lleguen sean mejores que los pasados. Hoy echan el cerrojazo numerosos establecimientos y playas -y todo lo que conllevan-, el lunes lo harán el resto. Durante el invierno permanecerán abiertos unos pocos, el retén turístico, para pasantes, cicloturistas, golfistas y algún que otro despistado.

¿Qué hace el personal mientras dura el cierre por fin de temporada? Depende. Bueno, no. Depende, no. Todos lo tienen muy claro. Se toman un tiempo de vacaciones y luego se preparan para la próxima temporada. Unos, como Sebastián Menou, francés de Toulouse, que ha trabajado en el Serrano durante un año y cinco meses, regresa a Francia, «y quien sabe si la próxima temporada estoy trabajando en Inglaterra, no porque no me haya gustado Mallorca sino porque pienso que debo seguir aprendiendo mi profesión e idiomas. Aquí llegue siendo cocinero y sin saber español y me marcho hablándolo correctamente y habiendo trabajado en el comedor». Otras, como Eloisa Sánchez, de vila, donde estudio para peluquera aunque terminó trabajando en un telepizza hasta que se vino a Mallorca, con tres temporadas ya en el Serrano Palace, donde espera regresar en primavera, vuelve a casa por unos meses «para ver a la familia». U otras como la mallorquina Catalina Servera, de Cala Rajada, que se encarga de la limpieza de las habitaciones, que tras unas semanas de descanso, en lo que reabre el hotel -«no sé si me quedaré en este, o si me mandarán al s'Entrador Playa, que también es de la misma cadena»-, hará cursillo de floristería y yoga, «porque la relajación -dice- es muy buena».

Nosotros, ayer estuvimos en Son Moll, Cala Rajada, verificando y dando fe del cierre de hoteles y playa. Acompañados por Miguel Obrador y Melanie, del equipo directivo del Serrano Palace, un hotel de cinco estrellas, que cierra para llevar a cabo una pequeña reforma, recorrimos las instalaciones en las que todo estaba a punto para el cerrojazo definitivo por unos meses. Quien más quien menos estaba con las manos en la masa. Unos descolgando cuadros, otras limpiando pasillos y habitaciones, otros desmontando camas, otros retirando platos, copas, cubiertos... Eso es lo que veíamos, que en el desmonte del hotel hay más gente, más trabajos, que se le escapan al curioso. «Casi es más complicado desmontar que montar un hotel -explicaba Obrador-. Hay que retirar las cosas, pero dejándolas casi a punto para volverlas a colocar meses después. Hay que prestar, sobre todo, una especial atención a lo que es maquinaria y muebles. Éstos hay que limpiarlos, secarlos y cubrirlos. Si son cubiertos, también se limpian, se secan, se guardan envueltos en polvo de talco. Las sábanas se lavan, se secan y se pliegan en armarios. En cuanto a las moquetas, se limpian antes de cerrar para volverlas a limpiar antes de abrir. Durante la temporada de cierre se aprovecha para solucionar aquellas averías que se han producido durante el verano y que sobre la marcha hemos resuelto. También hay que dejar a punto lo que son instalaciones, sauna, piscina, gimnasio, etc. En pocas palabras, que no sólo se trata de despedir al último cliente y cerrar la puerta, sino que hay muchas más cosas. Luego, además, mientras el hotel está cerrado, tienes que seguir viniendo para ver como siguen las cosas o si ha surgido algún problema».

Pedro Prieto