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Ahora que el PP está a punto de convertir a José María Aznar en simple consorte de Ana Botella, la concejala de Alberto Ruiz-Gallardón está también a punto de dejar de ser el espejo en el que se miran las señoras del PP. El estilo Ana pierde comba y se impone el modelo Letizia, con Z, Ortiz: pelo rubio y liso y pantalones, el mismo que adoptó Rosa, con S, Estaràs para acudir a la comida del sábado con Mariano Rajoy y el mismo de Mabel, con B, Cabrer para ir a la cena del viernes también con Rajoy.

El PP está decidido como sea a promocionar el nuevo modelo de sostenibilidad y de embellecimiento del paisaje basado en la construcción de autopistas así que, ni corto ni perezoso, ayer montó una multitudinaria fideuà en honor a su secretario general al lado de la carretera de Sóller. Para qué pasar el sábado en un paraje natural de la Serra de Tramuntana con lo bien que se come junto a una bonita carretera... El PP predica con el ejemplo, de eso no hay duda.

Rajoy acudió con Jaume Matas. (Caramba, el nombre en negritas del president no ha aparecido hasta la línea 32, cuando Estaràs y Cabrer salen allá por la línea 10. ¿Tal vez sea un símbolo de quién lleva realmente las riendas del Govern, además de pantalones, con L?). Pero decía que Rajoy y Matas cogieron el cucharón, removieron la fideuà, probaron un poquito, dijeron que estaba muy buena y se fueron en su coche oficial. La cosa fue tan rápida que ni tiempo tuvieron de ver a los funcionarios del STEI que protestaban para reclamar su plus de insularidad.

Como todo el mundo sabe, un político nunca miente así que, si la fideuà estaba buena, no se entiende a qué se debió la precipitada fuga de los dirigentes populares. La cena del día anterior estaba muy buena, así que no debían de tener mal es estómago, especialmente si se tiene en cuenta que ellos bebieron vino de Rioja con nombre y apellido y los 1.200 militantes restantes que también cenaron en el mismo sitio tuvieron que beber vino huérfano de padre y madre.