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Por enésima vez denunciamos el paisaje después del botellón en el Paseo Marítimo y Moll Vell de Palma. No hay derecho, eh. Que la gente se divierta nos parece bien; que convierta el botellón en otra alternativa más económica para disfrutar la noche, también (aunque lo suyo sería preguntar al dueño del bar y de la discoteca, por poner dos ejemplos, por qué las copas que sirven en sus locales son más caras que las que se toman en el botellón); pero que se deje el lugar de la diversión así, y más cuando el lugar es de todos, de los que se divierten en él y de los que se divierten de otro modo -pasear, disfrutar del mar, tomar el sol desde sus bancos, etc.- ya no nos gusta tanto.

Incluso pensamos que a los que han estado ahí, al verlo hoy, seguramente tampoco les gustará. Y lo más lamentable de todo es que, a fecha de hoy, no hay reacciones de ningún tipo, sobre todo por parte de quien corresponda. Como si lo de ensuciar la calle de este modo fuera una cosa muy normal. Lo malo es que dejar las cosas como estaban antes cuesta dinero -hay un servicio especial de limpieza- que pagamos todos. Y eso sucede cada semana, los viernes y sábados. En fin... ¿Paciencia?

Pedro Prieto