Miles de devotos de la tradición de La Sang se acercaron ayer a la
iglesia de la Anunciación para venerar la imagen del Cristo, que
permaneció instalada durante todo el día en el centro del templo,
donde fue motivo del obsequio de muchos ramos de flores. A las
siete y media de la mañana empezó la labor de custodia de la imagen
por parte de los sobreposats y prohoms, que la flanquearon en
turnos de dos horas. El prior, Jaume Rovira, no cabía en sí de
satisfacción. Rovira señaló que «la respuesta del público ha sido
muy favorable durante las tres misas celebradas por la mañana y
también la de los que se han acercado a venerarla entre misa y
misa, notándose mucha presencia de jóvenes.
El sobreposat Ricardo Consuegra señaló: «He vivido una de las
jornadas más emotivas de mi vida. Verlo de nuevo aquí me hace
sentir contento». El consiliario diocesano de las cofradías de
Semana Santa de Mallorca, Bartomeu March, destacó que «la
participación de los cofrades fue muy notoria en la procesión y los
fieles han respondido de forma admirable». El administrador
diocesano, Andreu Genovart, subrayó antes de la misa concelebrada:
«Siento un gozo interior muy fuerte de saber que nuestro Cristo
está en casa, admirado y venerado por mucha gente, y un sentimiento
muy profundo recordando al fallecido obispo Teodor Úbeda, quien fue
de los primeros en llegar el día que fue destruida la imagen».
La jornada dedicada a la veneración de La Sang continuó por la
tarde con una misa que se celebró a las seis de la tarde, con mucha
participación de fieles. Pero el «lleno hasta la bandera» se
registró en el transcurso de la ceremonia religiosa, que tuvo un
carácter muy solemne y que consistió en una misa concelebrada a las
siete y media, presidida por el administrador diocesano, Andreu
Genovart, junto al prior de La Sang, Jaume Rovira; el viceprior,
Ricardo Ramos, y los sacerdotes Antoni Gili, ex prior de La Sang,
Toni Vicente, Francisco Cobo, Francisco Betti, y Miguel Sastre,
entre otros. Actuó como maestro de ceremonias el reverendo Joan
Torrens y, como turiferario, el hermano teatino Juan Barceló.
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