La época de tensiones y violencia entre Pakistán y la India
parece estar llegando a su fin. Tras décadas de enfrentamientos y
de conflictos fronterizos, los líderes de ambos países, el
presidente paquistaní, Pervez Musharraf, y el primer ministro
indio, Atal Behari Vajpayee, alcanzaron un acuerdo para relanzar el
diálogo entre los Gobiernos de ambos países en el próximo mes de
febrero. Y, además, sobre la mesa se pondrá el espinoso asunto de
Cachemira, hasta el momento piedra de toque y tema que producía el
choque inmediato y la ruptura de cualquier posible contacto.
La importancia de que ambos países hayan retomado el diálogo
queda patente con las declaraciones del secretario general de
Naciones Unidas, Kofi Annan, que se mostraba «extremadamente
contento» ante esta noticia.
Y, ciertamente, no es para menos si tenemos en cuenta que ambas
naciones, pese a las enormes carencias y a la miseria que existe en
sus poblaciones, cuentan con arsenales nucleares, armas de
destrucción masiva que son de por sí un enorme peligro que se ve
sumamente incrementado si existe tensión política entre ellas.
Por ello, alcanzar acuerdos duraderos es fundamental para
comenzar a poner orden en la zona y para que ambos países puedan
comenzar a mirar un poco más hacia adentro para resolver sus
enormes carencias dejando de lado los esfuerzos armamentísticos y
militares propios de zonas en conflicto.
Efectivamente, a medio y largo plazo los principales
beneficiados pueden ser los ciudadanos de la India y Pakistán, pero
es una evidencia que esto repercute en beneficio del resto del
mundo. Por eso hay que acoger esta noticia como un primer paso para
mirar al futuro de la zona con esperanza.
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