Algaida se rindió un año más a los pies de los Cossiers y
centenares de vecinos tomaron los exteriores de la iglesia para
celebrar las fiestas de Sant Honorat contemplando las danzas
ancestrales de los dansaires. También quedó demostrado que las
danzas de los Cossiers, el Dimoni y la Dama se viven de forma muy
diferente según las edades. Mientras entre los mayores y ancianos
los Cossiers están muy arraigados como uno de los elementos más
importantes de la cultura popular del municipio y los sienten como
un signo de identidad, el objetivo de los algaidins más jóvenes
-contanto con alguna excepción- es otro muy distinto: el Dimoni.
Media hora antes de la aparición de la encarnación del Mal, los
niños y niñas de Algaida deambulaban ante la iglesia repitiendo la
frase «ja vé, ja vé» y vigilando las múltiples calles por las que
podría llegar el temido Dimoni. Hasta que éste hizo su aparición y
comenzó a padecer las burlas de los jóvenes cuyo objetivo
primordial era tocar la campanilla que el Dimoni lleva a modo de
cola. Mientras tanto, los Cossiers y la Dama bailaban «l'oferta» en
el interior de un abarrotado templo donde se celebró la misa de la
fiesta de Sant Honorat entre el aroma de la alfabaguera que dejaban
los Cossiers a su paso. La misa fue presidida por Antoni Riutort y
concelebrada por varios sacerdotes de la comarca de es Pla.
La comitiva de autoridades estuvo integrada por la consellera de
Presidència i Esports del Govern y vecina de Algaida, Maria Rosa
Puig; y por la totalidad de los regidores del Ajuntament d'Algaida,
encabezados por Antònia Ramis en representación del alcalde Jaume
Jaume, que no pudo estar presente en la fiesta por motivos
personales. A la salida de la misa el Dimoni comenzó su particular
lucha por intentar conseguir un círculo lo suficientemente grande
para que los Cossiers pudieran danzar y los Xeremiers y Tamborinos
hacer sonar las músicas ancestrales.
Josep Maria Sastre
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