Uno de los árboles más característicos de Mallorca resplandece
ya en nuestros campos. De tronco de madera dura, de flores blancas
o rosadas, el almendro florece temprano, pero es efímero en su
belleza. Existen cerca de 30 variedades de almendros, que se
presentan, generalmente, asociados a cultivos de tipo herbáceo y se
extienden sobre todo por las comarcas del sur y suroeste de la
Isla, con menos intensidad por las del Pla y del Raiguer, mientras
que su presencia es casi nula en la Serra de Tramuntana.
A finales de enero y principios de febrero, aparece su flor, que
adorna los campos y nos hace partícipes de su belleza. Anualmente
lo vivimos, pero no dejamos de disfrutarlo, y es que el
florecimiento del almendro, con su luz especial, despierta hasta el
espíritu menos sensible. Hay algunos turistas, poco acostumbrados a
este espectáculo de la naturaleza, que sólo visitan la Isla para
contemplar este fenómeno, que se convierte durante varios días en
modelo indiscutible de sus fotografías.
En la etapa de florecimiento, el almendro es muy sensible a las
heladas y a los vientos fuertes, que perjudican notablemente la
recogida. Además este espectáculo natural puede verse perjudicado
por la falta de subvenciones. Lo cierto es que tenemos que
sentirnos afortunados de pertenecer a esta tierra y poder así ser
parte de la cultura del almendro en toda su plenitud.
S. Coquillat
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