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A Sinto Bestard la historia le recordará como el primer navegante mallorquín ciego que llega comandando un barco, eSnooty Fox, también de nuestra tierra y con tripulación mallorquina, nacida o que trabaja en la Isla, a la Antártida, sueño de cualquier hombre enamorado de la mar que se precie. Además, lo hace con pocos recursos externos, puesto que prácticamente todo lo aporta él. Por supuesto, Sinto jamás olvidará el mes de enero de 2004, por ser el mes y el año en que alcanzó la gesta.

Charlamos en la cabina deSnooty, fondeado en el pequeño club Náutico de Ushuaia, ciudad que se extiende en la falda de una cordillera cuyas cumbres siguen nevadas, ciudad desordenada urbanísticamente, pero que sin duda será bella cuando la terminen, «una ciudad que conocí chiquitita hace veinte años, cuando vine aquí por primera vez -comentó Xurxo- y que ahora me encuentro con que ha crecido muchísimo tanto a derecha como a izquierda». La embarcación sigue abarloada a otros veleros que acaban de regresar de la Antártida, enfrente del muelle donde amarran dos grandes transatlánticos, que seguramente irán a Hornos «o quien sabe si a la Antártida».

Fue, según nos comentó Xurxo, uno de los hombres que le acompañan, pues hoy sigue a bordo, una travesía con suerte, y dentro de lo que cabe rápida, sobre todo el tránsito por el temible Drake, la pasarela obligada entre Hornos y el continente blanco, «pues hace veinte años, cuando hice la misma ruta con eIdus de Marzo, la cosa fue mucho más difícil». El dato lo corrobora Sinto: «Un barco que iba por delante de nosotros y otro que navegaba por detrás de nosotros con unos pocos días de diferencia, lo pasaron muy mal y tardaron mucho más tiempo en hacer el recorrido que eSnooty Fox».