Rosa Esteva es Cortana, una joven diseñadora de moda que presenta sus originales propuestas en Gaudí. Foto: CARLES DOMÈNECH

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Este año, el protagonismo de las pasarelas Gaudí y Cibeles parece compartido entre las firmas de siempre y los jóvenes diseñadores. Entre los recién llegados hay una mallorquina que vive en Barcelona y se ha formado en medio mundo. Es Cortana, tiene menos de treinta años y dos tiendas, una en Palma y otra en Barcelona. En sus establecimentos vende sus propias creaciones con una cierta independencia. La Reina le compra ropa y alguien muy cercano al Príncipe le encargó un vestido para la boda.

-Explícame el contenido de la colección que presentas esta semana en la Pasarela Gaudí.
-La colección es una evolución de mi trabajo. Yo no sigo demasiado las tendencias. En el desfile habrá algo de fiesta, un ambiente bastante sofisticado con colores muy vivos. El tema será el circo decadente. Mostraré algunas prendas transformables para que la persona pueda jugar con ellas. Es una colección de invierno.

-Parece que la moda efímera no te interesa.
-Las tendencias existen para consumir más rápido prendas de menor calidad. Creo que si te compras un jersey de cashemire, te tiene que durar muchos años. Las tendencias, en realidad, no existen. La moda es algo impuesto para provocar consumo.

-Tener dos tiendas, una en el centro de Palma y otra en el Born de Barcelona, debe permitirte prescindir de los canales de distribución convencionales.
-Sí, no tengo que pasar por el sistema de la moda. En cierto modo, desfilar en Gaudí me hace entrar en el sistema. Dentro de seis meses, tendré que proponer cosas nuevas pero no creo que lo haga. Espero meterme algo en el sistema sin tener que asumir todas sus consecuencias. Quiero mantener una línea.

-¿Por qué tu marca se llama Cortana?
-Mi firma es Cortana. Yo soy Cortana. Es el apodo de mi abuela de Son Servera. Me llamo Rosa Esteva, pero por imagen y márqueting, Cortana funciona mejor. Además, tiene connotaciones emocionales y es un nombre con fuerza. En realidad, necesitaba un nombre, no una marca.

-Tu tienda de Barcelona obtuvo el premio Top Ten por el mejor concepto de tienda.
-Tiene un éxito fenomenal. Vienen muchísimos estudiantes a verla y es el primer diseño que hizo mi hermano.

-¿Cuáles son tus proyectos más recientes?
-Cedí un vestido a Mónica López para la gala de los Goya. Colaboro con un artista que se llama Evru para un proyecto del festival Sónar. Estoy confeccionando el vestuario de la embajada de su país onírico. Además, este año he hecho bastantes vestidos de novia y alguno para teatro y danza.

-Naciste en Son Servera y estudiaste Bachillerato en el Instituto Joan Alcover de Palma. ¿Qué pasó después?
-Estuve en un internado de niñas en Estados Unidos, una escuela orientada al arte situada en medio del campo, en Massachussets. Allí desarrollé mi primera colección de ropa en papel. Después quise estudiar con 18 años en Saint Martins, una escuela de Nueva York. Mi madre me dijo que no me quedara allí porque podría terminar casándome con un americano. Fui a Barcelona a estudiar Bellas Artes pero lo que me gustaba eran los tejidos, transformarlos delante del espejo. Bellas Artes no me entusiasmó y terminé estudiando moda.

-Y luego vinieron los viajes.
-Estuve en Londres, París y Asia. En la India produje varias cosas que vendí aquí, aunque eso no es tan importante. También hice una exposición en Barcelona para la Primavera del Disseny.

-¿Vive un buen momento el diseño mallorquín?
-Sí. Es un auténtico boom de moda mallorquina: José Miró, Alberto Tous, Tolo Crespí, Miquel Adrover, Sebastià Pons. Por cierto, en Nueva York una japonesa me presentó a Adrover.

-¿Cuál es tu cliente más ilustre?
-La Reina me llamó una vez y me encargó ropa. Pensé que era una broma. Me sorprendió mucho por el tipo de ropa que se llevó, muy moderna. Además, tengo otra primicia. Alguien muy cercano a la Corona me ha encargado un vestido para la boda del Príncipe pero no puedo decir todavía quién es.

Carles Domènech