Este año, el protagonismo de las pasarelas Gaudí y Cibeles
parece compartido entre las firmas de siempre y los jóvenes
diseñadores. Entre los recién llegados hay una mallorquina que vive
en Barcelona y se ha formado en medio mundo. Es Cortana, tiene
menos de treinta años y dos tiendas, una en Palma y otra en
Barcelona. En sus establecimentos vende sus propias creaciones con
una cierta independencia. La Reina le compra ropa y alguien muy
cercano al Príncipe le encargó un vestido para la boda.
-Explícame el contenido de la colección que presentas
esta semana en la Pasarela Gaudí.
-La colección es una evolución de mi trabajo. Yo no sigo demasiado
las tendencias. En el desfile habrá algo de fiesta, un ambiente
bastante sofisticado con colores muy vivos. El tema será el circo
decadente. Mostraré algunas prendas transformables para que la
persona pueda jugar con ellas. Es una colección de invierno.
-Parece que la moda efímera no te
interesa.
-Las tendencias existen para consumir más rápido prendas de menor
calidad. Creo que si te compras un jersey de cashemire, te tiene
que durar muchos años. Las tendencias, en realidad, no existen. La
moda es algo impuesto para provocar consumo.
-Tener dos tiendas, una en el centro de Palma y otra en
el Born de Barcelona, debe permitirte prescindir de los canales de
distribución convencionales.
-Sí, no tengo que pasar por el sistema de la moda. En cierto modo,
desfilar en Gaudí me hace entrar en el sistema. Dentro de seis
meses, tendré que proponer cosas nuevas pero no creo que lo haga.
Espero meterme algo en el sistema sin tener que asumir todas sus
consecuencias. Quiero mantener una línea.
-¿Por qué tu marca se llama Cortana?
-Mi firma es Cortana. Yo soy Cortana. Es el apodo de mi abuela de
Son Servera. Me llamo Rosa Esteva, pero por imagen y márqueting,
Cortana funciona mejor. Además, tiene connotaciones emocionales y
es un nombre con fuerza. En realidad, necesitaba un nombre, no una
marca.
-Tu tienda de Barcelona obtuvo el premio Top Ten por el
mejor concepto de tienda.
-Tiene un éxito fenomenal. Vienen muchísimos estudiantes a verla y
es el primer diseño que hizo mi hermano.
-¿Cuáles son tus proyectos más recientes?
-Cedí un vestido a Mónica López para la gala de los Goya. Colaboro
con un artista que se llama Evru para un proyecto del festival
Sónar. Estoy confeccionando el vestuario de la embajada de su país
onírico. Además, este año he hecho bastantes vestidos de novia y
alguno para teatro y danza.
-Naciste en Son Servera y estudiaste Bachillerato en el
Instituto Joan Alcover de Palma. ¿Qué pasó después?
-Estuve en un internado de niñas en Estados Unidos, una escuela
orientada al arte situada en medio del campo, en Massachussets.
Allí desarrollé mi primera colección de ropa en papel. Después
quise estudiar con 18 años en Saint Martins, una escuela de Nueva
York. Mi madre me dijo que no me quedara allí porque podría
terminar casándome con un americano. Fui a Barcelona a estudiar
Bellas Artes pero lo que me gustaba eran los tejidos,
transformarlos delante del espejo. Bellas Artes no me entusiasmó y
terminé estudiando moda.
-Y luego vinieron los viajes.
-Estuve en Londres, París y Asia. En la India produje varias cosas
que vendí aquí, aunque eso no es tan importante. También hice una
exposición en Barcelona para la Primavera del Disseny.
-¿Vive un buen momento el diseño
mallorquín?
-Sí. Es un auténtico boom de moda mallorquina: José Miró, Alberto
Tous, Tolo Crespí, Miquel Adrover, Sebastià Pons. Por cierto, en
Nueva York una japonesa me presentó a Adrover.
-¿Cuál es tu cliente más ilustre?
-La Reina me llamó una vez y me encargó ropa. Pensé que era una
broma. Me sorprendió mucho por el tipo de ropa que se llevó, muy
moderna. Además, tengo otra primicia. Alguien muy cercano a la
Corona me ha encargado un vestido para la boda del Príncipe pero no
puedo decir todavía quién es.
Carles Domènech
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