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Pedro Prieto

Llegaron a Ushuaia Juan Cabrer y Daniel Eldeguer, y con ellos mis maletas y las ensaïmades que en Miquel des Forn de sa Pelleteria me entregó para que se las regalara en su nombre a la tripulación del Snooty Fox, que dicho sea de paso dio buena cuenta de ellas en el desayuno de la mañana siguiente, a poco de partir con destino a Port Williams, la ciudad más austral del mundo, a una hora de viaje de donde nos encontrábamos. Como cada mañana desde que ando por estos pagos, en compañía de Manuel Hernández, empresario mallorquín (hotel Paraíso, de Alcudia y Casa del Cerdo, de Palma, además de propietario de una funeraria, entre otros), me acerqué hasta el pequeño club náutico para despedir al Snooty y a su gente.

Hernández, que ha viajado hasta aquí para conocer personalmente a Sinto Bestard, cuya aventura ha seguido desde que la comenzó en Palma, y de paso a meditar y a echar un vistazo a este lejano lugar, «pues -me dijo- uno que está metido en negocios ha de procurar saber cómo andan las cosas en todas partes, y por lo que he visto de Ushuaia en los días que llevo aquí, creo que hay futuro en este lugar, sobre todo turístico, pues está a tope de gente», quiere también despedirse de los navegantes. Desde el muelle de madera, aguantando una ventolera de espanto, observamos la actividad que hay a bordo a fin de dejarlo todo a punto para la partida. Todos están haciendo algo, y la que más, Sonia, que está claro que no ha venido a este lugar del mundo a hacer turismo, sino a currar como otro cualquiera. Cabrer y Eldeguer, metidos desde primeras horas de la mañana en el mono de faena, tampoco permanecen inactivos.

A Sinto, con quien hemos departido antes de que subiera a bordo, le hemos deseado toda la suerte de este mundo. «Cuando regresen a Mallorca -le dice Manuel Hernández- me gustaría verlos por mi restaurante. Les prepararé una cena que no olvidarán nunca»; Sinto agradece la invitación, «por supuesto que iremos, pero aún pasarán algunos meses». Apura los último minutos en tierra contándonos algunos detalles del viaje recién culminado con éxito a la Antártida. «De él me quedo con todo. Es algo inenarrable. Inolvidable».