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El futuro de la astronáutica pasa por la colaboración internacional, y no es previsible que ningun país pueda adelantarse a otro como antaño», indicó ayer el cosmonauta ruso Yuri Malechenko a su llegada a Palma en compañía de su esposa, Katia, con quien contrajo matrimonio desde el espacio el 2 de agosto del pasado año. Una experiencia según ella normal, dada la profesión de su marido. «La gente desde fuera lo ve distinto, pero no lo he pensado nunca», asegura. El astronauta, que es además coronel del Ejército ruso, propuso matrimonio a su novia, Ekaterina Dmitriyeva, de 26 años, en diciembre de 2002, y ambos decidieron celebrar la boda en agosto. El cosmonauta esperaba regresar a tiempo de su misión espacial, pero la salida hacia la estación orbital se retrasó y por consiguiente la vuelta, por lo que ambos decidieron casarse a distancia entre la nave y el centro de la NASA en Houston, Texas. La idea acarreó sus inconvenientes ya que las autoridades rusas le negaron el permiso, puesto que dada su condición de militar y miembro de las Fuerzas Armadas no podía casarse con una persona extranjera. Sin embargo, la presión popular a favor del cosmonauta intercedió en beneficio de tan peculiar enlace, al que contribuyeron las facilidades dadas por las autoridades locales, que consideraron que su ausencia en la Tierra se debía causas de fuerza mayor. Malechenko, asimismo, logró que uno de los transportes de abastecimiento le llevara un esmoquin y el anillo de boda, además de una marcha nupcial mediante un teclado accionado por su compañero de vuelo, el estadounidense Edward Lu. Por su parte, en tierra Katia contó con damas de honor y una fiesta con numerosos invitados. Se trata en todo caso de una ceremonia sin precedentes y que probablemente no se repetirá, dado que las autoridades rusas han dispuesto la prohibición de contraer matrimonio en el espacio a la hora de extender sus contratos. Yuri ha llegado a Mallorca para participar en la I Copa de invierno de golf de Santa Ponça.

-¿Cree que la conquista humana del planeta rojo es factible?
-Por supuesto, un astronauta debe marcarse como meta el volar a otros planetas inexplorados. En Rusia se ha proyectado ya la exploración de este planeta y todos los países desarrollados tienen intención de participar. La conquista de Marte es posible, así como la construcción de bases.

-¿Puede Rusia adelantarse a otros países en la carrera espacial, como ya ocurrió durante los años 50?
-El futuro de la conquista del espacio depende de los programas internacionales y en la actualidad sacar adelante un proyecto espacial en solitario es muy complicado y costoso, por lo que deben combinarse diversas aportaciones a partir de un esfuerzo tecnológico multinacional.

-¿Ha compartido su experiencia con el astronauta español Pedro Duque?
-Si, he estado con Pedro Duque y no es ningun novato en el programa cósmico, sino un gran profesional con excelentes cualidades y sobre todo un buen compañero que nos ayudó en todo momento en cualquier situación.

-¿Que sintió cuando vio la Tierra por vez primera desde el espacio?
-Es una imagen muy viva que me llamó la atención especialmente por los colores inusuales que no existen aquí. También es muy fuerte la sensación que produce la ingravidez una vez que la nave se encuentra orbitando fuera de la atmósfera terrestre.

-¿Ha experimentado el miedo alguna vez?
-No, hemos pasado por situaciones difíciles pero siempre conservamos la tranquilidad. Incluso antes de entrar en el cohete, un momento clave que marca el inicio de toda misión dos horas antes del despegue, está todo perfectamente calculado al minuto.

-¿Se siente heredero de Gagarin?
-Mi familia siguió su carrera espacial de cerca.

-¿Es fundamental la colaboración entre Rusia y Estados Unidos?
-No sólo es importante entre estos dos países pese a su larga experiencia en misiones espaciales. En la actualidad el programa espacial afecta a dieciséis países y al igual que en otras cuestiones la colaboración internacional es fundamental.

Gabriel Alomar