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Todavía no ha comenzado la campaña electoral y el ambiente está tan enrarecido que cualquiera diría que estamos a punto de terminarla. En los últimos días la moderación ha sido sustituida por acusaciones fuera de tono, agresiones verbales e insultos que evidencian un exagerado estado de nerviosismo en las formaciones políticas. En lugar de conducir la precampaña hacia la moderación, hay políticos que olvidan el talento, la inteligencia y la educación y arremeten de forma incalificable contra el contrario.

Es el caso de la ministra de Administraciones Públicas, que llamó «asesinos» a los dirigentes de ERC, socios del PSOE; del ministro de Defensa, que dijo que le hubiera gustado tomar Perejil; o del presidente de Murcia, que prácticamente llamó borracho al presidente de la Generalitat.

La precampaña se está saliendo de tono y se están relegando a un segundo plano las propuestas firmes y concretas de cada partido sobre las cuestiones que más preocupan a los españoles. Los políticos tienen la responsabilidad de «presentarse en sociedad» y de anunciar su decálogo de intenciones, no de incitar a las crispación y dar un espectáculo lamentable al electorado.

Todo este cúmulo de salidas de tono perjudica enormemente la imagen por la que apuesta Mariano Rajoy, centrada en la moderación. Al PP puede salirle por la culata esta campaña de hostigamiento a Zapatero.

Mañana empieza la campaña electoral de forma oficial. Esperemos que los partidos políticos reflexionen y afronten las dos semanas que quedan para el 14-M con dignidad, menos juego sucio y menos excesos verbales, que los ánimos ya están suficientemente caldeados.