TW
0

El tiempo desapacible y sobre todo la espectacular granizada caída por la mañana, deslució parte de la jornada del tradicional Mercat Pagés instalado entre la Plaça de la Drassana y las inmediaciones de sa Llonja, organizado con motivo del Dia de les Illes Balears.

A las doce del mediodía y a medida que el sol ganaba el cielo a las nubes, los típicos puestos artesanales empezaron a cobrar vida, aunque con un contado público local, que aumentó de forma considerable por la tarde. Turistas y residentes observaron el variado género expuesto y pudieron degustar los alimentos característicos de la Mallorca rural, anunciados a la antigua usanza, a viva voz: ¡¡Suc de taronja!!... ¡¡Pa de figues!!... ¡¡Cocarrois!!.

Un paseo lleno de sabor y ambiente de antaño, a cargo de una representación de distintos pueblos de la Isla, cuando se vivía de forma autárquica a cargo de los distintos gremios que aseguraban el suministro de elementos básicos y elaborados.

El público pudo contemplar la confección de distintos productos y probar higos secos, embutidos, queso artesano, confitura, miel y galletas al gusto casero y vendidas a granel, a peso de unas viejas balanzas, además de los imprescindibles buñuelos recién hechos, distintas especialidades pasteleras como la omnipresente coca de verduras ante cuyos tenderetes se formaron colas por algunos momentos con el deseo de endulzar la fría jornada.

Las neules artesanas ocuparon un puesto entero, cerca del bacalao en salazón. A la cita de este nostálgico mercado no faltaron los cordadors de cadires, cestas y sombreros de palmito, siurells, muñecos de trapo y hasta un fundidor de metales preciosos, para la fabricación de sortijas y un herrero con su yunque, o un carpintero de piezas inmersas en el recuerdo. Eivissa se presentó con un puesto dedicado a sus productos y en el que se pudo ver eflao, orelletes y madalenas, típicos de la gastronomía pitiusa. Por desgracia, los puestos instalados en la explanada de la Llonja, ideados en años anteriores para albergar los trabajos de ribera, aparecieron a la apertura solitarios y sin ocupar.

El barrio de sa Llonja, centro de la celebración, contó con el complemento de la jornada de puertas abiertas del Consolat de Mar, un edificio cargado de historia marítima y hoy sede de la Presidència del Govern balear. Una visita organizada en grupos guiados que se prolongó durante todo el día e incluyó el acceso a la capilla consular, Sala de ses Voltes, la escalinata elíptica presidida por la estatua del navegante mallorquín Jaume Ferrer, (descubridor en 1346 de las costas africanas de Río de Oro), la sala Guillem Sagrera, del Consell de Govern y Abraham Cresques, destinada a las audiencias, concluyendo en el antiguo jardín de los mercaderes para salir por la históricaPorta Vella del Mol.

Gabriel Alomar
(texto y fotos)