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Mar Puigserver es estudiante de segundo curso de Periodismo en la Universidad de Salamanca. Ayer, a las seis de la mañana, cogió el tren hacia Madrid para desplazarse a Barajas y volar a Mallorca. La Policía Nacional paró el tren poco antes de llegar a la estación de Chamartín en busca de explosivos. El pánico, la incertidumbre y la histeria de los pasajeros al ser informados de los atentados terroristas perpetrados en la red viaria de la capital provocó en la estudiante mallorquina los «peores momentos de mi vida».

-¿Cómo fue su viaje y cuándo supo de los atentados?
-Anteayer por la noche tenía previsto viajar a Madrid en autobús pero finalmente opté por el tren, que cogí a las seis de la mañana. Me quedé dormida y desperté poco antes de llegar a la estación de Chamartín. Una mujer tenía la radio puesta y supimos de los atentados, creímos que en nuestro tren también habían puesto una bomba. Se desató un histerismo general y entonces pararon el tren. Los policías nacionales empezaron a revisar las vías en busca de bombas y después entraron en el vagón para decirnos que nos tranquilizáramos. Entonces el tren reemprendió la marcha muy despacio hasta llegar a la estación de Chamartín.

-¿Cómo reaccionaron los pasajeros?
- La gente se desmayaba, se produjeron ataques de histeria. Recuerdo que una mujer no paraba de llamar a su hermano porque sabía que siempre cogía uno de los trenes que explosionó y él no contestaba, su cara fue lo que más me impactó. He vivido los peores momentos de mi vida. No sabíamos qué nos podía pasar. Todo el mundo hablaba por el móvil y transmitía informaciones diferentes al resto de los viajeros. Todo el mundo chillaba y daba diferentes datos sobre las bombas. En un momento hemos pasado de 5 a 50 muertos.

-¿Qué sucedió al llegar a la estación?
-En Chamartín no había taxis y nadie nos daba información. La gente corría por la estación. Oíamos ambulancias por todas partes. También estaba lleno de policías. Estuve más de dos horas en la estación hasta que conseguí un taxi y pude llegar al aeropuerto, donde también había un cierto caos, pero finalmente he podido llegar a Mallorca. Por una parte, quería quedarme en la estación para ver los atentados y poder ayudar a la gente por otro lado quería cerrar los ojos y estar en Mallorca. Incluso durante el viaje en avión, cuando intentaba dormir, seguía oyendo las ambulancias.